Dos municipios mineros de La Guajira, están rezagados del progreso, cuando deberían estar mejor posesionados, en condiciones positivas y altruistas, pero no es así. ¿Culpa de quién? Del desamor y falta de sentido pertenecía; comprometiendo responsabilidad, que implican: política, avaricias e indiferencias; nutrida, con el predominio de corrupción, contra el progreso y bienestar colectivos.
No es justo estar como están, los citados municipios. Uno con la mina de Carbón, más grande a cielo abierto, descubierta desde el siglo pasado, ubicada de manera global, en el Municipio de Barrancas, desde antes de deshacerse del corregimiento de Calabacito, hoy Albania, por un alcalde, de apellido Soto, justificando el abandono, por no tener presupuesto, para pagar el sueldo de corregidor y el municipio de Maicao, lo adoptó, hasta su emancipación, elevada a territorio municipal.
El municipio de Hatonuevo, se segregó de la municipalidad, para constituirse en municipio, fraccionando la distribución del gran proyecto minero, con que ilusionaban impulsar el progreso, para mejorar las condiciones de vida, en prosperidad de sus habitantes, que están resignados ha vivir como Dios quiera, perdiendo esperanzas de progreso y oportunidades de emprendimientos, por la forma burda, como se apropian y reparten, los recursos que deben invertirse en obras de infraestructuras y seguridad, para ofrecer alternativas, agrícolas, turísticas, industriales y laborales; urbanas y rurales, mancomunadamente con capitales privados.
El municipio de Manaure es el tercero, entre los referenciados municipios del departamento de La Guajira, después de Riohacha y Macao. Comenzó la explotación artesanal por familia wayuú, desde 1900 y fue legalizada, durante el Gobierno, de Marco Fidel Suarez, el año 1920, institucionalizando la explotación, a través de Ifis Concesión Salina, administrada por el Banco de la República. A Manaure, cuando era corregimiento de Uribia, le calculaban explotación de sal, en cantidad suficiente para abastecer el consumo humano del 70% de los habitantes de Colombia. La mina de sal marina, no mineral, mas grande del territorio nacional está ubicada en Manaure, para producir un millón de toneladas anuales, pero estamos por debajo, de Brasil, Chile y Argentina. ¿Qué ha pasado para que Manaure se estanque en el progreso?
Manaure fue el primer corregimiento, creado como municipio, mediante ordenanza No 015 de 1973, comenzó a regir como tal, a partir del primero de octubre de 1974, designándose por decreto departamental, del gobernador Lorenzo Solano Peláez, siendo el primer alcalde, Manuel Marcelino “Manenchi” Mengual Meza. Con la apertura de funcionamiento del nuevo municipio de La Guajira, le construyeron un muelle, para transportar la sal a Riohacha y Barranquilla.
De igual forma, se extendieron el número de charca, para incrementar la explotación sobre las dos que se encontraban en operación, a cargo de diferentes familias wayuú, encargada de la extracción de sal, en forma artesanal, con la finalidad, de impulsar procesos de industrialización de productos derivado de la sal, productos condimentos refinados, jabón, soda, cloro, hipocloritos y otros productos de consumo animal y uso artesanal doméstico.
Manaure se estancó únicamente en el cultivo de la sal marina, cuando se ha debido impulsar un complejo industrial, de productos y subproductos, derivado de la sal, destinados para consumo comercial, local, nacional e internacional; con los cuales se garantizaba oportunidad de trabajo, laboral y ofertas de servicios, inherentes con la operación, a indígenas y arijunas, que habitan el territorio Manaureros. Con los ingresos que de ella obtengan, contribuyen con el mejoramiento en el estilo de vida.
Manaure fue premiada con derechos de regalías que logró conseguir, el exsenador Rodrigo Dongón, convocando a debates a ministros de Minas y Hacienda, que consideraban, que ni La Guajira, ni Manaure, tendrían derechos a regalías, explotación de Gas, en plataformas marinas, logrando a final, con la venia del presidente Virgilio Barcos, insertar la norma en ley de Regalía, a favor de nuestro Departamento y la capital salinera de Colombia. Nada se sembró, con recursos de regalías, en el territorio municipal, que recibían en la década de los 90, éstas se esfumaban e irrigaban, en pagos de favores y compromisos, políticos y despilfarros.
No se construyeron obras e infraestructuras, para abrir espacio en emprendimientos, relacionados con turismo, aprovechando sus preciosas y hermosas playas, para su explotación económica; complementada con criaderos de crustáceos, entre Mayapo y el Pájaro. No se concibe que el municipio de Manaure no tenga una planta desalinadora, que solvente la grave necesidad del agua, en cabeceras y comunidades, porque recursos económicos si habidos para atender la prestación de esos servicios, pero si la malgastan o se la apropian, en repartos personal y familiar, jamás tendrán progresos. De los habitantes de una territorialidad, depende la suerte del atraso o progresos, con lo que puedan cotizarse, sus habitantes, para rentar, en bienes y servicios.
El municipio de Barrancas esta estancado o encallado, ha perdido las mejores oportunidades, de crecer, no se invirtió en los campos agrícolas, para constituirse en una despensa de alimentos. De nada sirvió la explotación minera, dejándonos recuerdo de un sueño fantástico, que termina en tristeza. Se perdieron buenas tierras, por motivos de explotaciones de Carbón, despojando, desalojando y expropiando, a sus dueños, para satisfacer el interés de personas particular, operador minero, pisoteando derechos humanos, con complacencias de autoridades competentes y el apoyo de aduladores vende patria criollos.
Por no obligar a los trabajadores de la mina, vivir en cercanía del municipio Barrancas, por carencia de servicio público local. El proyecto minero en vez de contribuir en convenio con la administración municipal, la implementación de los servicios agua, alcantarillado, energía y vías; prefirió financiar el transporte, terrestres y aéreo, a Barranquilla y Bogotá, a trabajadores y directivos, a costa de la explotación; gastándose durante 20 años, mas de lo que pudiera costar el funcionamiento de un acueducto. Para remate urbanizó la mina y construyeron hoteles, para los visitantes al proyecto, que venían alojándose en Barrancas, cambiara de hospedaje. Lo último, no están vinculando en Cerrejón, una cantidad valorables de nativos, para operadores que sustituyen a pensionados
Las compraventas de votos, para ganar alcaldía y concejos de Barrancas, tiene al municipio patas arriba. De nada ha servido el privilegio, de haber tenido el mayor ingreso en regalías de Carbón y tener la dicha, hoy en día, de elegir los dos representantes a la Cámaras, por La Guajira, sin reflejarse optimismo esperanzador que estimule, soñar o visionar espacios emprendedores.
El maltrato en manejos de los recursos económicos tiene consecuencias nefastas, si no se rebela el pueblo, frenan a los actores y cómplices, permanecerán en la inmundicia, pasivo sumiso o inconforme miedoso, que a nada conlleva, sino a burbujear más desgracias y ruina moral. Tener las obras inconclusas y paralizadas, cuando se dispuso de los recursos presupuestados para su ejecución, no es de aguantar, para no denunciar. Peor aun engañar con las entregas de llaves de casas inexistentes, es una burla, que debe generar reacciones de respeto y sanciones disciplinarias. ¿De esa forma, como puede progresar el municipio de Barrancas?