Terrible la situación que viven los venezolanos, digno de compasión y apoyo moral por las condiciones humanitarias que están padeciendo en la implementación
de un modelo obsoleto (socialismo) sobre la globalidad económica el presidente de esa Nación, Nicolás Maduro, obsesionado con la tendencia socialista de doble filo, manipulador y oportunista para apropiarse de las riquezas de origen minero, sometiendo al pueblo a precariedad de quienes no comulguen con el sistema vigente.
La vida humana ha sido manejada de manera particularizada y egoísta por quienes nos gobiernan y representan, aprovechándose de las necesidades, condiciones informativas y de conocimientos para engañar y explotar a los seres humanos ignorantes en estado de abandono y desdicha. Ninguno de los sistemas o modelo de gobierno registrado en la historia política-social de la vida tales como: esclavismo, feudalismo, comunismo, socialismo y capitalismo, han sido equitativo y consecuentes con el derecho de igualdad natural de las personas. Están establecidos y diseñados para absorber y ubicarse por sobre los demás, sin respetar derechos colectivos ni particulares. Es decir, sacarle el jugo a la gente a favor y beneficios de unos mínimos, inflándolos y disparándolos a las nubes a costas de las explotaciones humanas de una u otra forma.
El socialismo de Nicolás Maduro es un fracaso que comenzará a desarticularse y desboronarse por las necesidades y reacciones humanas que se rebelen con dignidad y resistencia contra los verdugos opresores. A los venezolanos los han colocado en la imperiosa necesidad de girar hacia donde quienes les solvente: hambruna, salud y elementos de aseo. A muchos les ha tocado salir de su Estado, emigrar con los niños a vivir a la intemperie en territorios ajenos de países y naciones que los albergan de manera humanitaria.
Estados Unidos impuso a un presidente interino de papel (Juan Guaidó) para que asuma el mando, una vez destronen tumbando a Maduro. La primera acción estratégica fue la de inventarse ayuda humanitaria, donada por EE.UU. Los cargamentos con 600 toneladas de provisiones era el inicio con apoyo logístico para que Guaidó comenzara a amasar el sentimiento popular, doblegando la persistencia de lealtad de la Guardia y el ejército nacional de Venezuela. Las entregas de ayuda de alimentos y medicamentos estaba destinada, de manera exclusiva para algunos venezolanos, cuando las circunstancias de necesidades es general en los repartos de los mercaditos, similares a los que entregan los políticos de Colombia, comprándoles los votos a los electores, perdiendo sentido de esa forma el término humanitario. ¿Por qué no los hicieron llegar a través de la Cruz Roja o cualquier otro organismo humanitario de orden internacional?
600 toneladas de alimentos solo alcanzarían para atender unos 30 mil hogares, alcanzando el regalito para consumirlo durante una semana, cuando la necesidad emergente sobrepasa el millón de hogares. Sin embargo, el ingreso de las “ayudas humanitarias” habría servido de propaganda y eco político para Juan Guaidó, aferrado “si que si” en ingresar los camiones que transportaban los alimentos, por las buenas o por las malas. El presidente interino tenía prohibido la salida de Venezuela y se voló de su país para asistir y compartir el concierto musical en Cúcuta, motivado para darle partida a los camiones para transportar los mercaditos que al final no lograron llegar a su destino, porque fueron incendiados en la revuelta popular en el puente la Tiendita, en la frontera con Colombia, Norte de Santander, apropiándose las personas de parte de ellas antes que se incinerara la totalidad.
Guaidó no pudo encabezar la caravana prevista. Sin embargo, si el presidente impuesto por los EE.UU., entra al territorio venezolano, le ordenará ordenar captura por violación de la medida cautelar. Maduro respira con dificultad, lo azota el insomnio y delirio tremun que lo mantiene en intensidad, tensión y aceleración; desconfiando hasta de su sombra. Tendrá los días contados. Negocia o termina en una cárcel o en el panteón.