Aprobado por el Congreso el Plan Nacional de Desarrollo. Es justo y necesario que comencemos a exigir al Gobierno del presidente Gustavo Petro el compromiso de resolver el problema de agua en La Guajira, que históricamente nos ha llevado a padecer inclemencia y muertes de niños, por no disponer del servicio de agua potable, cuando tenemos represados casi 200 millones de metros cúbicos, suficiente para abastecer los 15 municipios que conforman el Departamento y emprender un distrito de riegos para la producción agrícola, ganadera, avícola, etc, para generación de despensas agrícolas.
Es inconcebible que el departamento de La Guajira, territorio energético, primero en Colombia, sufra calamidades injustificables por indiferencia y abandono del Gobierno central que no le interesa atender graves necesidades como la que vivimos por la ausencia de una voz que nos represente, luche y defienda con ahínco y sentido de pertenencia los derechos que nos corresponden.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez inició y concluyó, la primera etapa de la represa del río Ranchería en su segundo mandato. El sucesor, presidente Juan Manuel Santos, no le dio la gana de terminar la obra porque había sido iniciada por su antecesor Uribe Vélez, quien lo llevó a la Presidencia y después lo traicionó, generando retrasando en el desarrollo territorial de la región peninsular.
La Guajira fue pasiva al no declarar al expresidente Juan Manuel Santos como persona no grata en esta sección del país, por dos razones: arrebatar a los territorios mineros los derechos de regalías, apropiárselas en robo y a la vez, negarse, premeditadamente, a terminar las obras de la citada represa, conjuntamente con la infraestructura del distrito de riegos en municipios de sur de La Guajira.
Es inaudito que un territorio que genera regalías por concepto de gas y carbón no se le destine una parte de regalías para que se pudiera resolver el problema de agua, sin ninguna explicación justificable, huérfano en representación de alguien que se digne a velar por reclamar y denunciar, antes que acolitar, despojos con sus venias, guardando silencio para conservar prebendas que ofrecen los presidentes para tapar bocas y se beneficien con aprobaciones de proyectos de ley.
Las diferencias de intereses, entre lo personal y lo colectivo terminan por favorecer lo primero y nada les importa a quienes representan, por desgracia, conocidos en vox populi como ‘vende patria’. En coalición todo es posible de lograr, concretar y reconocer.
El presidente Iván Duque Márquez también pasó en blanco. No invirtió ni un peso en la represa del Ranchería ni tuvo quién se lo exigiera representando a La Guajira. Con ingresos por regalías del carbón del Departamento financiaron la construcción del último puente, en el rio Magdalena en la entrada a Barranquilla.
El valor y costo de la obra (Puente Pumarejo) era similar al proyectado en aquel entonces de la represa del Ranchería, siendo esta última, prioritaria, por urgencia necesaria para los guajiros, pero dieron más importancia por conveniencia a la obra de Barranquilla, que de dónde se originan los recursos de ejecución. La Guajira queda atónita sin escuchar, ni tener información de las negativas que nos afectan, valiéndose el centralismo de ausencia de quienes nos representaban, manifestando inconformidad por la forma en que nos tratan, pateándonos como una pelota de trapo.
La Guajira es un territorio próspero, supeditado a las condiciones excluyentes implementadas por el centralismo dividido en subregiones: Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, en la costa Atlántica; distritos privilegiados para colocar al territorio guajiro como una colonia, como lo dejó entrever el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, exaltando al Distrito como la capital energética de América Latina, fundamentada en los proyectos de energías alternativas y la producción de hidrógeno, con materia prima generada en La Guajira.
Terminada la represa, tendremos lo que nos falta para emprender con fuerza en la penínsulas, turismo y recreación, transporte marítimo, cultivos de crustáceos, agroindustria, comercio, zonas francas, agricultura y ganadería, industrias de ensamblaje de vehículos y producción de hidrógeno azul y verde.
La competencia de turismo y mercadeo con las ‘Tres Perlas del Caribe’ es una de las restricciones que afecta el desarrollo de La Guajira. De nosotros depende sacar adelante al Departamento, con la voz o sin ella de quienes nos representan, porque no podemos abstenernos con quienes están desconectados con quienes los eligen.
El presidente Gustavo Petro debe aprovechar esta valiosa oportunidad para brillar y lucirse resolviendo de una vez el problema de escasez agua en La Guajira, que ha conllevado la muerte de indígenas de la etnia wayuú y nos tiene estancados sin esperanza de desarrollo.