«Amanece y veo en el cielo una luz allá en lo alto, me doy cuenta que hoy estamos a primero, que acaba de empezar un nuevo año, buena suerte…me dejo llevar por mi voluntad que me ayuda siempre y me lleva a todas partes, para qué sufrir, para qué llorar si me queda un mundo todavía por delante”.
Embriagado por los recuerdos y sintiendo aún el olor a pólvora de los fuegos artificiales que adornaron los cielos y las calles durante la noche de año nuevo que acaba de terminar viene a mi mente la canción titulada ‘Amanece el nuevo año’ de la autoría de quien la cantó, Polo Montañez, que vino incluida en la producción musical ‘Guajiro natural’ que grabó en el año 2000 para la casa disquera Lusafrica.
Corresponde a ese tema musical el aparte que transcribimos en la parte introductoria porque tiene unas connotaciones especiales para mí en estas primeras horas del nuevo año cuando tal como lo dijo en su canción ‘Cabañuelas’ Roberto Calderón “Ya llega enero y comenzando el año, rostros alegres esperanza sueñan”, aquella en la cual el prolífico compositor, compara la tierra cuarteada y atropellada por el verano, que espera el rocío de las cabañuelas con su corazón sediento de amor.
Viene a mi mente el recuerdo de la finquita del tío Moisés a donde íbamos a pasear todos en esta fecha especial; allí pasábamos los muchachos retozando y comiendo a orillas y dentro de la quebrada; la comida era generosa y llena de ruralidad, las presas del sancocho las servían en hojas de guineo, y todo mundo podía asistir nodo el que se enteraba iba sin previa invitación, eso no se necesitaba entonces; igual los viejos visitaban unos a otros si no se vieron durante la noche precedente para expresarse mutuamente los deseos de un Feliz Año, y se desplazaban también a los pueblos vecinos para saludar y dar el riguroso abrazo a los familiares y amigos en aquellos lugares. Así era porque entonces, la gente de Machobayo, Monguí, Cotoprix, Las Mercedes, Cerro Peralta, Barbacoas, Galán y Tomarrazon éramos una sola familia unidos por la confraternidad y los compadrazgos.
Las cosas han cambiado, atrás quedaron las costumbres viejas de los pueblos donde nos sentíamos todos orgullosos de haber tomado leche de la misma vaca, muchos mayores, que eran nuestra sombra tutelar ya no están pero gracias a Dios, la mayoría de la gente, sigue siendo buena, alegre, solidaria, considerada y cálida con sus semejantes, aunque sentimos que a la generación de relevo que se está levantando le está quedando grande el legado de nuestros viejos, tenemos una juventud, violenta, que consume licores hasta la autodestrucción pero que no se divierten, por el contrario acaban las fiestas ajenas por la patanería y la falta de respeto a la paz ajena, y ya no respetan a sus padres, son los padres quienes les temen a ellos.
Estamos, ante la primacía de la realidad, de un nuevo año que está engreído en su utopía y es sabedor de su inminente reino, el alboroto navideño, va quedando atrás, ahora, estamos ad portas de un carnaval que se nos viene, temprano y jacarandoso, pero precedido de cuentas por pagar y hombres en moto cobrándole al uno y al otro, algunos y algunas se esconderán debajo de la mesa, detrás de la nevera, de la escoba o se guindarán de la tiranta, otros mienten y a quienes les quedó algún recurso lo tendrán que pagar, después de las recochas, reuniones, francachelas y abundancia veremos a los perros que duermen al mediodía en los fogones.
Inician su gestión los y las nuevas mandatarias regionales y los miembros de Corporaciones públicas en todas las regiones, son renovados mandatos que también tendrán sus mañas viejas, pero tengo la esperanza que muchas cosas mejorarán en la medida que se construyan proyectos políticos para sustituir los proyectos económicos que están destruyendo la democracia y propiciando el desencanto ciudadano.
Los nuevos mandatarios deben tener en cuenta que esta puede ser su última oportunidad, la paciencia colectiva tiene límites, es indiscutible que se ha abusado del poder, el dinero no puede seguir siendo más importante que el conocimiento en La Guajira, la hoja de vida de los profesionales que se han devanado los sesos estudiando para lograr los títulos, tienen que pesar más que las cartas de recomendación a verdaderos monumentos a la ineptitud, que avergüenzan por su incompetencia y actuaciones indecorosas a sus colegas, se puede engañar a unos pocos durante todo el tiempo, a todos durante un tiempo pero a Dios jamás, o se endereza la vaina o sobrevendrán situaciones extraordinarias que pondrán a cada cual en el lugar que les corresponde.
En este día especial invocamos la protección del altísimo para que si las tempestades que se avizoran en mi bola de cristal tienen ojos que no miren para este lado, si tienen pies que no alcancen nuestros alares, si tienen manos que agarren con todas sus fuerzas a la gente mala que abusa de la generosidad de la gente buena, estamos iniciando el año de las rectificaciones y periodos constitucionales para hacer efectivos los fines esenciales del Estado, los gobernantes tienen dos caminos, el de la Constitución Política y la Ley y los atajos del Código Penal y las previsiones del Código General Disciplinario, el primero se lo indicarán los verdaderos amigos hasta cuando los zafen, y por los otros los conducirán los aduladores, los que no tienen amigos sino intereses.
Diciembre se fue, quedan vivencias y hechos para recordar, llega el carnaval con su polvorín que a muchos les impedirá mirar a dónde está el abismo, y a la inmensa mayoría del pueblo le alegrará el alma, le desarmará el espíritu y le permitirá sobrellevar con dignidad las dificultades cotidianas.
Cuando el mes de diciembre termina queda una sensación de guayabo, de pérdida, de soledad y de duda existencial, es un estado de la mente de indescriptible diagnóstico.
“Diciembre alegre te fuiste, diciembre alegre vendrás” Emiro Zuleta Canción ‘Diciembre alegre’ Hnos. López-J. Oñate 1971.