La muerte de un solo niño o niña por desnutrición es dolorosa e inaceptable, pero el Icbf y otras autoridades no reconocen que no se ha logrado de una manera significativa y visible reducir las notificaciones de muertes por desnutrición en La Guajira, todavía hay mucho por hacer, pero ¿cuándo se cerrara esta brecha?
Si bien es cierto que el pueblo wayuú, el más numeroso del país y diverso en dinámicas organizativas, ubicado en resguardos y asentamientos localizados en10 municipios de La Guajira colombiana, también hay indígenas en la Sierra Nevada de Santa Marta del lado guajiro y existen asentamientos de otras poblaciones golpeadas con el fenómeno del hambre.
Según el Icbf, el 98% de los niños que murieron en La Guajira por desnutrición estaban afiliados al sistema de salud, todos tenían una IPS y el 70% estaban en el primer año de vida. Nuestra pregunta es ¿por qué el sistema de salud no responde en ese primer año de vida si son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación entre otros?.
A las autoridades locales, la Gobernación y las alcaldías se les salió el tema de las manos y necesitan de la ayuda verdadera del Gobierno nacional y de una inspección, vigilancia y control de las autoridades responsables de ejercerlas.
El fallecimiento de varios niños wayuú y de otros no indígenas que continúan invisibles por hambre y desnutrición tiene prendidas las alarmas hace mucho rato y de una manera absurda e incomprensible, vemos estupefactos acciones como: los recortes desde el Ministerio de Educación para la alimentación con niveles de nutrición desajustados y así acabando con una generación que viene detrás de la actual; ¡y La Guajira ahí! aportando de sus recursos naturales no renovables a la economía del país.
La tasa de niños muertos (100.000 nacidos vivos), por desnutrición en menores de 5 años en el 2022 a nivel nacional fue de 8.18 y en La Guajira fue de 76.43, ¡una vergüenza!
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) hizo un llamado de atención al Gobierno de Colombia ante el número de niños fallecidos en La Guajira por desnutrición, este organismo internacional advirtió que las políticas implementadas han sido deficientes en la lucha contra el hambre y ni este llamado ha hecho eco.
Ya se convirtió en el ‘Cuento del gallo capón’ la frase en el Congreso: “Vamos a hacer un debate de control político sobre esta crisis”, porque lo triste en este caso es que vemos funcionarios pasándose la ‘pelota’ de un lado para otro y las cosas siguen igual o peores, pero tampoco legislan de una manera contundente para solucionar.
Al cierre de la vigencia 2022 se contabilizó el fallecimiento de 85 menores, según cifras oficiales del Instituto Nacional de Salud; en lo que va de este año, el INS ha identificado 23 muertes sospechosas de desnutrición en niños menores de cinco años que fueron reportadas en La Guajira (más de 5 muertes por mes), esto es una información reciente del boletín epidemiológico semanal del INS sobre las muertes por desnutrición.
En muchas sociedades, los grupos minoritarios y los pueblos indígenas, a veces con la complicidad de ellos y suelen ser marginados: se les excluye de la vida socioeconómica, rara vez tienen acceso al poder político y con frecuencia deben superar obstáculos para expresar su identidad. Estos obstáculos se multiplican en contextos de desplazamiento forzado, donde los riesgos de protección se agravan.
El hambre desde temprana edad es un detonante que puede ser el inicio de exterminio por los resultados a largo plazo si no hay responsabilidad real de enfrentar con hechos y soluciones esta problemática.