A Alberto Linero somos muchísimos quienes lo hemos seguido, leído y admirado desde hace mucho tiempo. Su extraordinaria labor como líder espiritual no de una, si no de varias generaciones, ha sido prolífica y encomiable. Por años llegaron a mi vida diariamente, los mensajes del devocional “El Man está Vivo”, en donde, además de orar, compartir la palabra de Dios y una reflexión sobre la misma, nos dejaba a los dedicados lectores una tarea.
En la parte final se leía: Tarea del día: “Ayuda a quien toque tu puerta”, “Sé amable con quienes te encuentras hoy” “Llama a alguien que aprecies y con quien tienes tiempo de no conversar”. Es decir, su llamado diario era a vivir el evangelio a través de obras; pequeñas acciones diarias que no cuestan nada pero que colman el alma de alegría y plenitud, y de qué manera.
El devocional se convirtió en un regalo diario. Era el inicio de un momento íntimo de oración, lectura de la palabra, y por qué no, de autoexploración sobre aquello hacia donde llegaba o apuntaban los mensajes que contenía el librillo que en mis manos tenía.
De manera muy especial recuerdo un día de lectura. El 28 de julio de 2017 había sentido un fuerte reflujo durante la mañana que me mantuvo con sensación de malestar.
Al llegar a almorzar a casa de mi sobrina Hellen Mery, me preguntó qué tenía y al responderle me dijo que, me hiciera una prueba de embarazo. Sin esperar si quiera mi respuesta, ella misma ordenó el domicilio por teléfono a alguna farmacia cercana, dándome luego las instrucciones para obtener el resultado. Positivo arrojó esa prueba estando en sus manos, ante mi sorpresa, su emoción y todas las indescriptibles sensaciones que conllevó enterarme de la noticia que partiría en dos mi vida.
De allí salí a un laboratorio a corroborar por una prueba en sangre que estaba embarazada y realmente, así era. Nada sería igual de allí en adelante y todo lo que he vivido, cada detalle ha sido de bendición para mi hijo y para mí, incluso hasta los más difíciles momentos.
Quizás por motivos de la atareada agenda de aquel día, leí el devocional no en la mañana como acostumbraba, si no en la tarde. Cuál sería mi sorpresa al leer en la reflexión del día, la historia de Ana la mamá de Samuel:
Un fragmento de aquella reflexión fue: …“Me fascina leer el testimonio de Samuel, quien antes de su nacimiento ya se había convertido en bendición para su familia. En Sam 1,1-28 Ana, esposa de Elcaná, tenía una vida triste, no comía, pasaba mucho tiempo llorando, con el alma llena de amargura porque no podía tener hijos.
Esta mujer oraba largos ratos al Señor pidiendo ser bendecida con un hijo, hasta que Dios lo concedió. Samuel fue una bendición para Ana, cambió su amargura por una profunda alegría, volvió a comer y nunca más estuvo triste. En medio de la alegría de experimentar la bendición de Dios a través de su hijo Samuel, Ana le decía a Dios: Señor, yo me alegro en ti de corazón porque tú me das nuevas fuerzas”… Y la tarea fue: “Esfuérzate en ser bendición para los tuyos”.
De esa manera fui gratamente sorprendida por lo que significó el temprano descubrimiento de mi embarazo aquel bendito día, en el que supe que mi hijo Manuel Antonio de Jesús crecía en mi vientre y que me convertiría en mamá, cumpliendo un entrañable anhelo personal para el que Dios consideró que estaba preparada a mis 37 años, y concediéndole a mi madre Ena Luz quien en aquel momento vivía, el privilegio de ser abuela pues este había sido su gran deseo, verme convertirme en madre, y que ella llegara a ser abuela; “Ahora sí me puedo morir tranquila” fue su expresión al saber la noticia algunos días después, quedando este momento grabado en un video que atesoro. La inmensa alegría fue por supuesto, para todo nuestro extenso entorno familiar quienes se congratularon de la feliz noticia, acompañándonos en cada instante.
Al nacer mi hijo me enteré también, que mi embarazo había sido un milagro, pues tenía doce miomas de variados tamaños en mi vientre y que, como lo expresó el ginecólogo en el quirófano, doctor Caleb Suárez Bonilla quien atendió extraordinariamente la cesárea, al expresarle otra médico presente: “¿Y ella quedó embarazada así?, este le respondió sabia y serenamente movido quizás por su propia fe: “Para que veas como son las cosas de Dios”.
Recientemente, en el marco del Encuentro de Graduados de Uniguajira, evento en el que el conferencista invitado fue Alberto Linero, compartió con su increíble manera de comunicar de manera auténtica y generando en todo momento una interacción empática con el público, una espectacular charla o conferencia denominada: “Esta crisis no me supera”.
Le confesé a Alberto que, aunque habían llegado también duras pruebas desde que me convertí en mamá, en todo momento hemos sentido la fortaleza que solo viene de Dios para seguir adelante y que, el amor de mi hijo es mi mejor y más grande aliciente en momentos de dificultad.
Allí tuve la oportunidad bellísima de agradecerle por ser en aquel momento, portador de un precioso mensaje divino que llegó a mi vida a través de él, de su ministerio, de los dones y carismas del que fue su oficio sacerdotal por mucho tiempo, y de esa herramienta espiritual tan valiosa de su autoría como es el devocional El Man está Vivo, el cual aún sigue llegando a la vida de los lectores.
Alberto Linero continúa su entusiasta labor como comunicador, conferencista, motivador, (aunque el mismo expresa que la mayor motivación viene de nosotros mismos, desde dentro de nuestro ser), estratega de vida, hombre de medios, influencer en redes sociales y escritor. La publicación de sus libros se ha convertido en una ineludible cita de su amplio público a nivel mundial con múltiples temáticas de interés como: el perdón, el amor, su decisión más trascendental, los desafíos de ser mujer, y todo lo que implica para nosotros los seres humanos, transitar por la vida haciendo el mayor bien posible, a los demás y a nosotros mismos.
Gracias Alberto por llegar a Riohacha y transmitir tan enriquecedores mensajes con tanta asertividad y sabiduría como solo tú puedes hacerlo y como Dios lo hace a través de seres humanos como tú, para la amplia comunidad de egresados de la Universidad de La Guajira quienes acudimos a la invitación del rector Carlos Robles Julio, Silvia Roa, quien dirige el Centro de Graduados y el representante de los egresados ante el Consejo Superior, Jorge Luis Fonseca Caro.