Primero Riohacha, ahora Bogotá, jóvenes oriundos del Departamento, quienes a través de una huelga de hambre han hecho visible una problemática, conocida por todos, visible en toda la península pero más evidente en el norte y que muestra la cruda realidad de una crisis económica y social de décadas.
Sus pretensiones: instalar una mesa permanente para una negociación de justas peticiones con el gobierno nacional, ya que no existen los recursos ni existe un plan de soluciones en el ente territorial por la otra crisis de gobierno y social heredada de gobierno para gobierno, con el indolente silencio del nivel central, quien maneja las regalías que aquí se generan. Ante esta indiferencia, la alternativa de estos jóvenes fue trasladarse a la capital y hacer que sus sus voces sean escuchadas donde está la verdadera solución.
¡Ajá! ¿Y dónde está la dirigencia política de los guajiros? ¿Dónde están los alcaldes responsables por el bienestar de sus gobernados, no es de su resorte gestionar para la primera infancia, agua, territorio, agricultura y medio ambiente, sector educación, sector salud, sector minero energético y economía? Sin desmeritar las buenas intenciones de estos jóvenes, su esfuerzo, sin que nos interese si es por voluntad propia, por sentido de partencia o si existen intereses detrás de ellos, son gestiones y acciones que no deben desprenderse de la institucionalidad.
Desde el punto de vista de un simple sentido de pertenencia, resulta triste hablar de institucionalidad, referida a un Departamento que mantiene después de incontables crisis de las que no hemos aprendido, una misma radiografía, contraria a su historia, a sus valores, a su vocación originaria, a su destino y al principio de solidaridad en virtud del cual se debe proyectar como un departamento mejor. Seguimos ricos en recursos naturales y reopobres en inversiones que dignifiquen a un pueblo “penquiado” por la miseria, por no decir otra cosa.
La democracia que es considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía, donde participa activamente la ciudadanía, es el factor que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes, pero parece que eso está más lejos y parece que la memoria de muchos electores es más corta que febrero.
Esta vez, los jóvenes se apoyaron en la senadora Aida Avella, aprovechando una sesión mixta en el Senado, donde se discutía el presupuesto nacional, escenario clave, para que “los apadrinara” usurpando la funcion de los congresistas guajiros, quienes deben conocen los problemas sociales que enfrentan los guajiros y que aún no se solucionan y se debería aprovechar las discusiones o debates que hoy se dan en esa comisión que tiene que ver con el presupuesto.
Los congresistas representan, legislan y fiscalizan, reunidos regularmente, en sesionesen Pleno, donde toman las decisiones más importantes para el país. La Guajira en las últimas décadas ha sido estigmatizada, en algunas veces con razón, en otras no, La Guajira cuenta con profesionales y líderes que nos han representado, nos representan y nos representarán, pero es obligatorio recoger el querer de un pueblo, que a gritos pide soluciones definitivas a problemas que atentan contra todo y todos los conocen. ¡Ajá!