Todo cuanto se haga a favor de las comunidades indígenas debe considerarse un avance hacia el desarrollo social integral y un acto de justicia.
Por ello es relevante hacer referencia a la conmemoración del día internacional de la Mujer Indígena, la cual, fue establecida en 1983 durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América para centrar la atención en las mujeres indígenas, su historia, su situación y sus visiones.
Esta conmemoración recuerda la resiliencia y valentía de las mujeres indígenas, de hecho, la elección de la fecha se debe principalmente a una heroína suramericana Bartolina Sisa quien fue violada, golpeada, torturada y por último ahorcada el 5 de septiembre de 1782. Ella estableció su legado en la historia, como una de las mujeres indígenas valientes que luchó por los derechos de dicha población.
Historias como la de Bartolina se pueden ver reflejadas en la actualidad, con mujeres indígenas que luchan por causas reivindicadoras, que se atreven a liderar procesos que deconstruyen arquetipos culturales y que no están dispuestas a detenerse por ataques generadores de miedos. En nuestro país son muchas las heroínas indígenas visibles y otras que desde el efecto silenciador de paradigmas patriarcales siguen tejiendo nuevas realidades con enfoque de derechos y étnico.
Panorama de la situación
Según algunos estudios se calcula que en Latinoamérica existen alrededor de 522 pueblos indígenas y que en total la población sumaría 42 millones de personas. De ese gran número el 59% son mujeres, es decir, más de la mitad; sin embargo, son llamadas minorías y son un sector limitado al goce pleno de sus derechos.
Las mujeres indígenas se enfrentan a diversos desafíos – entre muchos otros – tales como:
La discriminación por su condición de ser mujeres. Es claro que existe machismo en los pueblos indígenas, que en diversas situaciones normalizan prácticas de violencias sexuales y patrimoniales, entre otras.
Otra discriminación se debe a su condición de indígenas, muchas sociedades ven al indígena como un ciudadano de segunda clase y les asignan categorías de sometimiento, sin darle el valor que tienen como seres humanos dueños de un poder histórico.
La resiliencia
Aunque el panorama general, muestra situaciones de violencias, desigualdades o discriminaciones; ellas no se resignan a realidades adversas y lideran tejidos de procesos de resistencia y resiliencia, desde lo académico, político, económico, artístico, entre otros escenarios. Se podrían mencionar diferentes nombres que ejemplifican la transición que ellas están haciendo de lo privado a lo público, mujeres indígenas que protagonizan iniciativas sociales desde sus organizaciones, otras que están en cargos de poder político y las maestras artesanas que siguen reescribiendo historias ancestrales.
Las mujeres indígenas no están dispuestas a silenciarse, ellas son ancestralidad, creatividad y valentía; desde la sororidad y apuestas políticas como el feminismo o cualquiera otra forma elegida, están visibilizando sus liderazgos, resistiendo amenazas y desplegando su cosmovisión étnica en diferentes escenarios. El menor homenaje para ellas es que cotidianamente el Estado y la sociedad sean garantes de sus derechos y respetuoso de sus principios, de sus formas de ser y existir y en ninguna circunstancia sean violentadas.
En este sentido, la reivindicación de los derechos y la visibilización de las realidades de las mujeres indígenas es fundamental para que esta población logre escenarios basados en equidad e igualdad y se enaltezca la sabiduría, ancestralidad y el poder de ellas, trascendiendo y cambiando brechas sociales que la establecen como población vulnerable por el reconocimiento, la inclusión y valoración que merecen.
Aplausos para todas las mujeres indígenas del mundo y adelante la causa social con perspectiva étnica.