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Antes de entrar en contexto en mi primer escrito de opinión de este año bisiesto, que viene del latín bis sexto kelandas Martiiy, se dice del año en que se añade un día al mes de febrero, lo que sucede cada cuatro años, me permito hacerles llegar a mis lectores un fraternal saludo y desearles un venturoso y próspero 2024 unidos en solidaridad y convivencia con su familia.
A La Guajira y sus habitantes nos ha tocado navegar en estas últimas décadas sobre el lomo de la incertidumbre, desesperanza, ingobernabilidad, la ausencia de institucionalidad, la prestación de servicios públicos ineficientes, oportunos y de calidad; así como nos ha correspondido vivenciar la nefasta plaga de la corrupción por lo que nos hemos constituidos en un Departamento fallido no obstante a sus arcas haber ingresado billones de billones de pesos por diferentes conceptos, hasta haberse obligado someterse a la Ley 550 de 1999 o Ley de Reestructuración de pasivos.
Estuvimos en la opulencia, pero no se reflejó en una mejor calidad de vida de las comunidades necesitadas, pero los que la administraron llenaron sus mochilas y por qué no decir, sus alforjas para vivir ‘sabroso’ con su familia. Recuerdo que, en la década de los 90s por distintos medios de comunicación social, incluso por nuestros juglares, se reclamaba que, así como nos tocó rumiar la pobreza por muchas décadas que el Gobierno central nos dejará saborear nuestra riqueza proveniente de las regalías. Pero nos fue peor con las exigencias que con los resultados, porque los recursos se dilapidaron sin escrúpulos.
Dios aprieta, pero no ahorca. No tenemos por qué seguir llorando sobre la leche derramada, ni seguir siendo plañideras de lo que nuestra dirigencia política y gobernantes de turno no supieron manejar con pulcritud y defender con hidalguía sus intereses. Dijo, con mucha razón y lógica, un avezado crítico humanista que las crisis son preocupantes, pero crean positivas expectativas y esperanzas exprimidas de los fracasos.
Gracias a Dios la democracia el 29 de octubre del año pasado nos dio otra oportunidad de elegir popularmente nuevos mandatarios: un gobernador y 15 alcaldes, uno Distrital y 14 municipales. Por estos entes territoriales hay que tener amor comprometido, no retorico ni ideológico, ni simple voluntad de servir porque de esto está plagado el trasegar de buenas intenciones; requerimos de acciones concretas, ejecutorias puntuales y honestas para superar el caos integral en que estamos.
Que desde este cuatrienio 2024-2027 de administración pública renazca la confianza, eficiencia y transparencia en el manejo de los recursos económicos tanto en el Departamento, Distrito como en los municipios para que tengamos eficaz gobernanza y que no vuelvan a soplar vientos dubitativos, de frustraciones y descomposición como en los que hemos estado inmersos, principalmente en estas tres últimas décadas que han estigmatizado a La Guajira a nivel nacional. Estamos obligados, si o si reconquistar la dignidad, el respeto y la institucionalidad. Este primero de enero es el antes de, mas no el después de, sino el ahora, el ya, sin perder un solo momento de los 1.461 días que se gobernará en este cuatrienio que termina el 31 de diciembre del 2027.
Confianza tenemos los guajiros que nuestro nuevo gobernador, doctor Jairo Aguilar Deluque, que se montó en el potro administrativo, no va a dar palos de ciegos como se está dando en el Gobierno nacional, porque usted como pregonó en su campaña ‘Primero la palabra’, sé que la cumplirá como patrimonio ancestral.
El joven gobernador y ponderado profesional con amplia experiencia en la cosa pública, sabe que sus paisanos soñamos con una Guajira próspera, digna y decente; pero para lograrlo es consciente que hay que dejar atrás muchos paradigmas y estereotipos que nos mantienen mirando el espejo retrovisor de la historia que no nos permiten despegar hacia la autopista del progreso.
Además, es conocedor que el mejor patrimonio que tiene su terruño es su recurso humano, su pluriculturalidad y su multiétnica poblacional de blancos, afros, indígenas, libaneses y migrantes conviviendo en un mismo territorio a orillas del mar Caribe y a la cabeza de Sudamérica, pero posicionado como un Departamento cola en todo y no líder del país. En consecuencia, doctor Aguilar Deluque, pienso, creo y confío que con usted se acabó la era apocalíptica administrativa de ineficacia y corrupción y desde el primero de enero comenzó la época de la gobernabilidad, transparencia y los efectivos buenos propósitos para todos sus gobernados.
Y qué decir de la insoslayable confianza que nos inspira nuestro dinámico y ecuánime joven alcalde mayor del Distrito, doctor Genaro Redondo Choles, ‘el médico amigo de todos’. Él al igual que el gobernador sabe que no la tiene fácil, pero sé que asumirá el reto con responsabilidad y que no escatimará esfuerzo alguno para con su interdisciplinario equipo de trabajo formular y ejecutar con transparencia los proyectos de interés social que beneficien a la población vulnerable como lo pregonó durante su campaña política y lo ratificó en su mesurada y bien hilvanada intervención el día de su modesta y concurrida posesión en el parque de Los Cañones.
Se enfrenta a un pasivo fiscal que al comienzo de su gestión podrá ser un tropiezo, pero no un óbice o barrera para superarlo y ejecutar su estructurado Plan de Desarrollo. Mientras que la administración del fallecido alcalde doctor Jaider Curiel Choles (2008-2011) de conseguir al municipio en ley 550/99 con un pasivo que superaba los 50 mil millones de pesos, por sus eficaces gestiones de recaudo se lo entregó a su sucesor libre de todo compromiso económico, incluso dejándole en tesorería disponible varios miles de millones de pesos, por lo que la administración del doctor Curiel Choles es reconocida sino la mejor una de las mejores en estas últimas décadas. A partir del cuatrienio 2012-2015 nuevamente el Distrito comenzó a acumular pasivos por préstamos continuos para que sus burgomaestres no salieran con los bolsillos limpios.
No nos queda otra cosa que desearles buen viento y buena mar a nuestros nuevos mandatarios, para que aunando esfuerzos logre sacar del marasmo administrativo al Departamento y al Distrito. Señores confiables gobernantes, doctores Jairo Aguilar y Genaro Redondo, Gobernador y Alcalde Distrital respectivamente, así como depositamos nuestro sufragio en las urnas, me atrevo a afirmar que no estarán solos, cuenten con nuestro incondicional apoyo y colaboración. ¡La Guajira y Riohacha los necesitan!