“Por qué cuando escucho a mi hermano cantar, quisiera una copa llena de licor; quisiera un momento olvidar el dolor, que pasen los años y sentirme feliz; al lado de mi hermano, con quien he batallado, para poder vivir”.
Está en mi mente ‘Mi hermano y yo’ obra emblemática de Emiliano Alcides Zuleta Díaz, la cual grabó en 1980 con su hermano y la incluyeron en el LP ‘Pa toda la vida’ la cual he recordado a propósito de unas efemérides que para mí como ‘Zuletista’ de los talones a la mollera, tiene una relevancia mayúscula.
El 26 de agosto próximo, se cumplen los primeros 40 años desde aquel día cuando para fortuna del vallenato tradicional, los Hermanitos ‘Poncho’ y ‘Emilianito’ le regalaron a la humanidad el trabajo discográfico ‘039’, gran suceso para la industria discográfica y la industria del espectáculo en el año 1984 por la esmerada selección de sus canciones, por el despliegue de magistrales arpegios de ‘Emilianito’ Zuleta y el chorro de voz con perfecta combinación entre la fuerza pulmonar, la garganta profunda y sus caídas de graciosa connotación nasal que ‘Poncho’ colocó para impostar su vocalización en cada canto que grabaron, el éxito no se hizo esperar dejando constancia que ya no tenían ‘problemas sentimentales’, que lo que venía era aguja, era el testimonio inequívoco de que habían quedado atrás sus tribulaciones familiares y que la nota picada había recuperado su lugar.
Fue aquel un trabajo musical diferente, bien logrado y de la total aprobación del público, prueba de ello fue el posicionamiento en la radio barranquillera, estaba Olímpica AM especializada en vallenatos, y tenían programas dedicados a nuestra música entre otros Alí Guerrero, ‘El caballo’ Castillo, Julio Oñate y el médico Tomás Martínez, mientras Estelares del Vallenato por Telecaribe hacía de las suyas; se constituyeron en éxitos varias de sus canciones al mismo tiempo, como la que le dio el título de Alejo Durán (039), ‘Sorayita’ (Emiliano Zuleta Díaz.), ‘Esta es mi historia’ (Roberto Calderón), ‘Mi gran amor’ (Julio Oñate), ‘La estrella de Patillal’ (Rafael Escalona), ‘Amalia Vergara’ (Abel Antonio Villa), ‘Amores que van y vienen’ (Gustavo Gutiérrez Cabello) y, ‘A través del tiempo’ (Álvaro Cabas).
En aquellos tiempos cuando iniciaba mis estudios de Derecho en la Universidad del Atlántico se confundían por las calles el canto de ‘Poncho’ con el tableteo de los panaderos, los cacerolazos de los vendedores de butifarras con bollo de yuca y huevos hervidos, el tilín tilín de los vendedores de helados, la clin clin del vendedor de raspao, y los piropos de los obreros de construcción a las chicas que pasaban, todo cuando en Barranquilla se vivía sabroso.
Hemos sido reiterativos en público y en privado al afirmar que 1984 fue un año durante el cual Dios llevaba de su mano y con gozo la música vallenata para su consagración definitiva como la más representativa de Colombia, en aquel tiempo había una sana competencia entre compositores, buenos letristas, melodiosos acordeoneros fajadores, nada de ‘firifiri’ y hasta los coristas, bajistas y cajeros tenían su fanaticada, por eso ese racimo de éxitos compitió de tú a tú con el excelente LP ‘El mundo’, último de Diomedes y ‘Colacho’ Mendoza que le regalaron a la humanidad ‘Mi muchacho’, ‘Señora tristeza’ y ‘La rasquiñita’ de Diomedes, ‘Se te nota en la mirada’ de Gustavo Gutiérrez, ‘Felicidad perdida’ de José Hernández Maestre y ‘De la misma manera’ de Camilo Namen. Así mismo salieron ‘Los Betos’ Villa y Zabaleta con todo, además reforzado por quienes se habían retirado del Binomio de Oro.
Marcos Díaz y ‘Quevaz’ hicieron el lanzamiento de su trabajo musical ‘Por quererte tanto’ con grandes éxitos como el que le dio el título de Marcos, ‘Bendita suerte’ de Roberto Calderón, ‘Lo mismo que siento yo’ de Marín, ‘La demanda’ de ‘Chema’ Moscote y ‘Puñados de oro’ de Manjarrez.
Todavía hay datos de otros municipios porque los demás no se quedaron atrás, Jorge Oñate puso a disposición del público el que para mí fue su trabajo más completo al lado de ‘Juancho’ Rois, ‘Canto y tradición’, del cual se destacaron como éxitos desde entonces ‘Dime por qué’ de Pedro García, ‘Mi nostalgia eres tú’ de Gustavo Gutiérrez, ‘Dios lo libre’ de Roberto Calderón, ‘María Eugenia’ de Alejo Durán, ‘No hay otra igual’ de Marcos Díaz, y ‘Amiga de mis penas’ de ‘Rafa’ Manjarrez. Silvio también se salió con la suya porque del álbum ‘Vivo cantando’ con Ciro Meza colocaron en lo más alto del Hit Parade ‘Me quito el nombre’ de Roberto Calderón, ‘Estoy enamorado’ de Roberto Calderón y ‘De hinojos’ de ‘Chente’ Munive.
El Binomio de Oro, Rafael e Israel, ripostaron con su soberbia producción titulada ‘Somos el vallenato’. El público se encargó de convertir en éxitos ‘El Parrandón’ de Alejo Durán, ‘Acéptame como soy’ de Marcos Díaz, ‘Nuevo juramento’ de Roberto Calderón, ‘No sé pedir perdón’ de Gustavo Gutiérrez, y ‘Por algo será’ de Romualdo Brito.
La tapa de la cajeta la colocó un muchacho de quien muy poco se sabía, quién llegó pisando duro y estuvo en igualdad de condiciones de quienes ya tenían una larguísima trayectoria y como perro viejo ya ladraban sentado, fue el señor Iván Villazón Aponte, por cuyas venas corría sangre atanquera y urumitera, guarapo e caña y malangada.
Este señor, después de muchas peripecias vio coronada su quijotesca lucha colocando como éxito nacional la canción ‘El Arcoíris’ del maestro Rafael Escalona; su voz pegó de entrada, la canción cayó en gracia y acompañado por ‘Fello’ Gámez nos regaló ese bálsamo de oxígeno para potenciar una competencia maravillosa entre gente que puso su inteligencia natural al servicio de la música más importante de este país.
Un análisis retrospectivo nos permite ratificar que hace cuarenta años nuestros compositores y las agrupaciones pretéritas estaban viviendo un momento esplendoroso; Gustavo Gutiérrez, ‘Rafa’ Manjarrez, Marcos Díaz, Roberto Calderón y Romualdo estaban volando lo que se constituyó en viga antisísmica de la construcción y consolidación del reputado catálogo de las más prestigiosas agrupaciones vallenatas.
‘Poncho’ y Emiliano una vez más merecen el aplauso de sus conciudadanos por la justa celebración de aquella gesta maravillosa que nos alegró desde entonces el corazón vallenato.