Luego que las fuerzas militares de Ucrania recuperaron el control de la región de Kiev, los uniformados y el mundo entero pudieron dimensionar la magnitud de la violencia desatada en una de las ciudades vecinas de la capital.
Durante su ingreso a la pequeña ciudad de Bucha, ubicada a pocos kilómetros de Kiev, las tropas encontraron cientos de cuerpos tirados en las calles, y otros enterrados en fosas comunes. Tras el hallazgo, el gobierno de Ucrania acusó a Rusia de haber cometido la masacre.
Posteriormente, Moscú negó haber cometido un acto de genocidio y acusó a Ucrania de fabricar un montaje para desprestigiar a Rusia.
En cualquier caso, los soldados ucranianos encontraron un poco más de 400 cadáveres durante el operativo de retoma de Bucha. Reporteros que ingresaron a la zona pudieron tomar registro de calles con hasta 20 cuerpos de civiles esparcidos sobre las vías y andenes. Uno apareció con las manos atadas.
El alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk, reveló que 300 cadáveres tuvieron que ser enterrados en fosas comunes porque no fue posible disponer de ellos en cementerios y crematorios, afectados por los bombardeos.
Varias de las víctimas eran mujeres, niños y adultos mayores que tenían pañuelos blancos en sus manos para indicarle a las fuerzas invasoras que no era combatientes.