Uganda ha declarado un nuevo brote de ébola, el octavo en su historia, tras confirmar el 30 de enero la muerte de un enfermero de 32 años en el Hospital Nacional de Referencia Mulago, en la capital, Kampala. Hasta el momento, las autoridades sanitarias han registrado nueve casos, incluyendo el fallecido, mientras que los otros ocho pacientes están recibiendo atención médica y se reportan estables.
Este brote es causado por la cepa de Sudán, una variante menos común del virus. A diferencia de la cepa de Zaire, presente en epidemias anteriores en la República Democrática del Congo (RDC), no existe aún una vacuna aprobada para esta variante. Sin embargo, su tasa de mortalidad, que oscila entre el 40 % y el 100 %, es menor que la de Zaire, cuya letalidad puede alcanzar hasta el 100 %.
Ante esta situación, el gobierno ugandés ha puesto en marcha una campaña de vacunación con 5.000 dosis en fase de ensayo clínico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que 2.160 dosis de un candidato vacunal se encuentran en Kampala, destinadas a probar su eficacia en este contexto epidémico. Además, la OMS ha desplegado expertos en la zona y ha asignado un millón de dólares de su Fondo de Contingencia para Emergencias para hacer frente a la crisis. La Unión Africana también ha ofrecido asistencia a Uganda.

El último brote de ébola en Uganda se registró en septiembre de 2022 y duró hasta enero de 2023. En aquella ocasión, la cepa de Sudán provocó 164 casos, con 55 muertes confirmadas. El virus del ébola, descubierto en 1976 en la RDC, es altamente letal y se transmite por contacto directo con sangre y fluidos corporales de personas o animales infectados. Sus síntomas incluyen fiebre alta, debilidad intensa, dolor muscular, de cabeza y de garganta, además de vómitos y hemorragias graves.
El gobierno ugandés y las organizaciones internacionales continúan trabajando para contener la propagación del virus y mitigar su impacto en la población. Para ello, las autoridades han intensificado las medidas de control en aeropuertos, terminales de transporte y otras zonas de alto tránsito, con el fin de evitar la expansión del brote a otras regiones del país o incluso a países vecinos.
Expertos en salud pública han señalado la importancia de la detección temprana y la rápida respuesta ante estos brotes, considerando la historia de epidemias en la región. En el pasado, brotes de ébola han afectado gravemente a varios países africanos, como Guinea-Conakri, Sierra Leona y Liberia, provocando miles de muertes y poniendo en jaque los sistemas de salud locales.
Los equipos médicos en Uganda trabajan contrarreloj para identificar posibles nuevos contagios y aislar a las personas en riesgo. Se han habilitado centros de tratamiento especializados y se están desplegando campañas de información pública para educar a la población sobre la prevención y los síntomas de la enfermedad. Mientras tanto, la comunidad internacional sigue atenta a la evolución de este nuevo brote y su posible impacto en la salud global.
