Nuevamente en el territorio wayuú dos familias en conflicto concilian a través del diálogo
Diez millones de pesos, dos mulas, diez collares, y dos collares de tuma, entregó el clan Boiruyu al Uriana, como pago de una falta para sellar así un pacto de paz, que les permite poder caminar por el territorio sin miedos.
Las dos familias cumplieron la cita de las siete de la mañana en la comunidad de Walu’ain ubicada en el kilómetro 5 sector de Cucurumana en Riohacha, para el primer diálogo de la mano del palabrero Amilkar Vangrieken, quien actuó como conciliador para dirimir el conflicto.
Bajo un frondoso árbol y rodeados de hombres y mujeres de la etnia wayuú, los palabreros Lisandro Uriana y Francisco Clavijo Vangrieken, iniciaron la conversación en su lengua ancestral el wayuunaiki, recordando los hechos y la solicitud de pago por la ofensa a la familia agredida.
El palabrero Lisandro Uriana en representación del clan Uriana, llevó la palabra al clan Bouriyu representados por el palabrero Francisco Clavijo Vangrieken.
La familia Uriana, inicialmente solicitó como pago por la agresión a uno de sus miembros quien resultó con una fractura en el fémur y un brazo partido por parte de Marcos Uriana, la suma de ciento cincuenta millones de pesos, cifra que quedó tasada en medio de la conciliación en diez millones porque ninguna persona resultó muerta.
Antecedentes
Cuenta el médico, Camilo Tiller Vangrieken, que el conflicto entre las dos familias viene desde hace más de 20 años.
Todo inició cuando Ramón Uriana, ya fallecido, les entregó sus tierras en vida a sus hijos, sin embargo, para esa época ya se estaban presentando algunas dificultades con algunos miembros de su propia familia, que mantuvo en reserva por mucho tiempo.
“Las cosas se dieron muy escondidas, porque ellos nunca advirtieron de la situación a sus hijos y sobrinos y demás familiares”, refirió el médico, quien es uno de los impulsores para la conciliación a través de la figura del palabrero.
En ese transcurrir de los años, se presentaron algunas situaciones difíciles, como el más reciente caso del mes de agosto de este 2020, cuando un miembro del clan Uriana, encañonó con revólver a un niño menor de edad del clan Bouriyu.
Pasados los días, esa misma persona llegó hasta la enramada del señor Gaby Uriana, a saludarlo lo que lo alarmó porque anteriormente había amenazado a su hijo con un arma de fuego.
“Mi tío siguió acostado en su chinchorro, y el sujeto lo golpeó en la nuca, así pasaron las cosas, mi tío quedó en coma, las mujeres lloraban y corrían”, relató.
El hermano de Gaby, Marcos Uriana, al encontrar a su hermano tirado golpeó con un garrote al agresor causándole una fractura en el fémur en lo que ellos consideran un instinto de defensa pero que finalmente terminó generando un cobro por la falta.
La entrega
El acuerdo se selló cuando el palabrero del clan Bouriyu, Francisco Clavijo Vangrieken, entregó las dos mulas, los 10 collares y dos collares de tumas, más los diez millones de pesos, que recogieron entre la familia, al palabrero del clan Uriana, por la falta cometida por uno de sus miembros.
El proceso de reconciliación no fue fácil, contó el médico Camilo Tiller Vangrieken, quien además lo expone como un ejemplo para seguir aportando a la paz.
“Ahora todos estamos más tranquilos, podemos salir, asistir a los velorios”, expresó.
Funcionarios de la Defensoría del Pueblo, de la Fiscalía General de la Nación y del Batallón Cartagena, participaron de la firma del acuerdo que une a dos familias que empiezan a gozar de mejores momentos.