El departamento de La Guajira, es uno de los incluidos en las actividades que desarrolla el Museo de Memoria de Colombia que articula las historias plurales de todas las víctimas del conflicto armado interno con la construcción del futuro como Nación.
Las estadísticas indican que en La Guajira entre los años 1958 y 2020, se referenciaron 3.118 víctimas por asesinatos selectivos; 873 de desaparición forzada; 618 víctimas de masacres; 677 de secuestros y 427 por violencia sexual.
Con la comunidad de Murai en el Distrito de Riohacha, el 22 de octubre concluyó una serie de talleres de literatura y memoria.
Para el 28 de noviembre, se tienen previstas una serie de actividades en el municipio de Maicao, para conmemorar con la comunidad y recordar a Luis Gutiérrez, líder social y fotógrafo asesinado en esa localidad.
Adicionalmente, el artista wayuú, Eusebio Siosi, participó en la intervención de recibos de servicios públicos con su obra ‘Los sueños de la Outsü’, que exalta la tradición de las soñadoras wayuú como una forma de sanación.
La obra representa una ceremonia sagrada donde miembros de la comunidad se encierran voluntariamente durante varios días con la outsü (soñadora) una guía espiritual con la capacidad de interpretar sueños y predecir acontecimientos.
Con la obra, se busca preservar tradiciones propias de la cosmogonía wayuú a través del video y del performance.
El Museo
El Museo de Memoria de Colombia llega al Caribe con ‘Sanaciones: diálogos de la memoria’, su nueva exposición transmedia. Esta combina una curaduría virtual (que se encuentra en www.museodememoria.gov.co), una programación de eventos artísticos y culturales (la mayoría virtuales y de libre acceso, y otros presenciales en ciudades de la costa); un escenario ambulante que recorrerá Barranquilla, Malambo y Soledad (Atléntico) con una muestra expositiva y actividades; una intervención con obras de arte en recibos de servicios públicos y diarios del Caribe; y la activación de material pedagógico en museos, bibliotecas y lugares de memoria de la región.
El centro de la exposición es la reflexión sobre cómo sanar el dolor que ha dejado el conflicto armado. La curaduría virtual se centra en las estrategias de sanación que han planteado los pueblos indígenas, pero las demás plataformas amplían ese diálogo a otros sectores de la sociedad.
Uno de los objetivos de ‘Sanaciones’ es promover una conversación
nacional sobre las acciones necesarias para tramitar el daño causado por la guerra y buscar la reconciliación.
En años anteriores, el Museo estuvo en Bogotá, Medellín, Cali, Cúcuta y Villavicencio con sus exposiciones. Ahora el recorrido continúa por la región Caribe, que por décadas ha tenido que sufrir distintas formas de violencia en el marco del conflicto, pero donde también han sido ejemplares la resiliencia y los aportes a la construcción de paz.
El Museo está comprometido con articular a todas las regiones del país y dialogar permanentemente con ellas. Es un símbolo de reconciliación, un memorial de reconocimiento a las víctimas y un lugar de encuentro e intercambio que fomenta la superación de la violencia.
Además de promover el respeto por los derechos humanos y la multiplicidad de voces, el Museo convoca a la reflexión y la comprensión de la sociedad colombiana como un proyecto colectivo.
Esto implica un proceso de participación y creación en diálogo permanente con las víctimas del conflicto armado interno, de acuerdo con la función establecida en el Artículo 13 del Decreto 4803 de 2011.
El Museo se ha construido socialmente, recorriendo el país con exposiciones, actividades artísticas, educativas, culturales, académicas y una propuesta de creación virtual.
La masacre
Uno de los trabajos del grupo de Menoría Histórica, fue la investigación realizada sobre la masacre de Bahía Portete, resultado que quedó consignado en la edición de un libro, donde se cuenta en voces de quienes vivieron esa tragedia, qué fue lo que sucedió.
Las mujeres no se tocan. No van a la guerra, no se violan, no se les expulsa de la tierra. Eso es lo que tenían por ley los wayuú de La Guajira hasta la masacre de Bahía Portete, ocurrida el 18 de abril de 2004, cuando cuatro mujeres fueron torturadas, perseguidas, asesinadas con brutalidad, y toda una comunidad desplazada.
Dos de ellas continúan desaparecidas. La noticia quedó registrada como una pelea entre clanes que se disputaban a sangre y fuego uno de los puertos de entrada más importantes del contrabando en esa desértica región.
Hoy las sobrevivientes, se rebelan contra esa versión de la historia y cuentan cómo los paramilitares aprovecharon conflictos internos de esa comunidad para romperla por dentro y así garantizarse el control de la Alta Guajira.
El Grupo de Memoria Histórica encontró que la masacre tuvo el deliberado propósito de golpear a las mujeres, justamente por ser ellas el sostén de la cultura y del proyecto de autonomía y resistencia en un territorio que terminó siendo codiciado por el narcotráfico que encabezaba ‘Jorge 40’ en esa parte de la Costa Caribe.
Aunque todavía no hay retorno, las mujeres “valientes de la Alta y la Media Guajira se han organizado para recuperar lo suyo, no con armas ni con guerras, sino atreviéndose a contarle al mundo lo que pasa, denunciándolo y exigiendo protección”. Apartes del relato del libro La masacre de Bahía Portete: “Mujeres wayuú en la mira’.