En 1966, por las carreteras polvorientas de la Zona Bananera del Magdalena, se comenzaron a escuchar los gritos alborozados de muchos trabajadores, celebrando que la United Fruit Company, ordenaba la suspensión de sus actividades como productor y comercializador del mejor banano del Caribe, que se exportaba para los Estados Unidos.
38 años después de la llamada ‘Masacre de las bananeras’ los trabajadores sindicalizados, seguían creyendo, que las causas de sus problemas eran precisamente la empresa norteamericana.
Pero la empresa ‘gringa’ se fue y solo cambió de nombre y modus operandi. Sus fincas, pasaron a manos de los hacendados acaudalados de Santa Marta y Ciénaga, que las compraron en un supuesto remate, y desde esa fecha, 1966, iniciaron el proceso de compra y comercialización de todo el banano, para venderlo ahora a Chiquita Brands International.
Después de la ‘masacre’ y en plena Segunda Guerra Mundial, la United Fruit Company cambió sus modelos de contratación. Se construyeron modernos campamentos como residencia de trabajadores y sus familias, escuelas, canchas deportivas, e incluso, semanalmente la gente disfrutaba de las últimas películas que venían de los EE.UU. Los gringos vivían en el Prado de Santa Marta y Sevilla.
59 años después del retiro de la United Fruit Company en la Zona Bananera, desaparecieron los sindicatos, se contrata a los trabajadores al destajo, pocos tienen un contrato directo con los propietarios de finca.
Ahora los dueños de finca contratan al trabajador al ‘destajo’ por necesidad del servicio. La mayoría carece de prestaciones sociales. Los dueños de fincas ponen el producto en el puerto de Santa Marta y cualquier falla en las medidas de la fruta, se convierte en ‘rechazo’, que finalmente, pasa al consumo regional.
La historia de la segunda etapa de las bananeras del Magdalena es buena contarla porque nos recuerda mucho cuando por los pueblos de La Guajira, en cualquier puente, pared, o simplemente sobre el asfalto de la carretera, aparecían grafitis que decían: No + Cerrejón.
La semana pasada y después de soportar casi 500 de bloqueos a carreteras, atentados a la red férrea, la empresa minera, acaba de tomar una ‘cruel’ decisión: Reducir la producción de carbón para la exportación.
De esa producción minera viven 12 mil trabajadores directos e indirectos. Allí se fundamenta el PIB de La Guajira. La explotación maneja empresas tercerizadas que producen externamente una economía ‘flotante’, en donde cientos de personas derivan su diario sustento.
Eso significa, así en términos reales: se adelantó el proceso de desmonte. La fotografía de 70 gigantescos camiones y otros equipos pesados, colocados en zona de parqueo, comenzó a invadir las redes sociales de todo el mundo.
Paradójicamente, mientras Cerrejón en La Guajira, entra en ‘agonía laboral’, Drummond en el Cesar, ordena aumentar su producción. ¿Por qué? Los clientes están buscando garantías para que sus barcos carguen dentro de los tiempos establecidos. Los bloqueos generaron un ‘incumplimiento’ en este departamento.