Se notó el orgullo del alcalde Alex Char, cuando invitó a los alcaldes de Medellín, Fico Gutiérrez y Cali, Alejandro Eder Garcés, para recorrer las grandes obras de Mallorquín, Puerto Mocho, y el Malecón, que le han cambiado la cara a Barranquilla.
Fue tal el entusiasmo de los invitados que les cayó un aguacero durante su recorrido, que ni paraguas utilizaron, se mojaron pero siguieron maravillados e impactados por las cosas buenas que están ocurriendo.
Sentimos envidia de la buena por la transformación de ‘Curramba’, la ciudad que entre los años 40 y 60 fue modelo nacional, pero que después fue devorada por una clase política que no pensó nunca en el desarrollo y luego despertó para transformarse.
La envidia la sentimos porque no vemos que en Riohacha y gran parte de La Guajira, ocurra un fenómeno con el mismo efecto evolutivo. Su desarrollo está frenado. Sus dirigentes piensan en otras cosas, menos en obras que nos marquen un futuro halagüeño.
En el nuevo siglo podemos contar con los dedos de las manos las obras que se han ejecutado en nuestra región. Durante el Gobierno de Hernando Deluque, se construyó el Centro Cultural y el Malecón. José Luis González construyó el sistema de Espolones para evitar que el mar se tragara la avenida La Primera. Jorge Pérez, quiso recuperar la zona de manglares, construyendo puentes y pequeños puertos en la Laguna Salá y el río Ranchería, las cuales se deterioraron y se convirtieron en guarida de ‘malandros’.
La única gran obra de impacto regional que se ha construido en el nuevo siglo, es la presa El Cercado, cuyo proyecto de Distrito de Riego del Ranchería, no ha sido terminado, peor aún, no se encuentra dentro de los presupuestos de los nuevos gobiernos.
Es bueno resaltar y valorar, la inversión que se ha hecho en educación. Hoy contamos con una universidad en pleno crecimiento, en donde se forman nuestras futuras generaciones.
Pero lamentablemente, el agua se ha convertido en el principal desangre presupuestal. El único acueducto que funciona, pero sin la capacidad para abastecer a sus usuarios, es el de Riohacha.
Existen plantas de tratamiento como Metesusto, con un gran caudal de agua, pero el líquido no llega a la totalidad de hogares de Fonseca, Barrancas y Hatonuevo, pese a las millonarias cifras invertidas.
En 2020 -2021, la gobernación con el 77 % de las inversiones, lideró el listado de entidades territoriales que gestionaron iniciativas, pero los municipios se dedicaron solo a recibir e invertir en proyectos, sin una valoración de estudios. Solo Albania y Uribía pudieron adelantar por su cuenta proyectos.
El panorama financiero de La Guajira no es alentador. Para el 2025, tendremos un recorte del 23.8%, lo que significa que se nos privarán de obras vitales, especialmente la dotación de agua potable. ¡Grave!