La tendencia de manera desinteresada en mantener limpio al parque José Prudencio Padilla de Riohacha y luego cuidar a los muertos del Cementerio Central del Distrito para que las brujas, drogadictos y ladrones de lápidas no atentaran contra las tumbas, fue el principal trabajo sin ninguna remuneración que tuvo quien en vida se hizo llamar ‘Rambo’, una persona llena de alucinaciones con primitivo pensamiento belicoso, cuyo comportamiento paranoico con reconocidos apellidos del Departamento lo condujo a un infundado nombre que hasta el día de su muerte pudo ser revelado con exactitud.
Quienes lo conocieron juraban que se llamaba Jair Lopesierra Salas como él mismo lo decía cuando creíamos que se encontraba en sano juicio, pero no era así, el nombre de pilas de ‘Rambo’ era Jairo Manuel Ramírez Pérez, un cuestecitero que llegó a la capital de La Guajira en sus cabales, pero que con el tiempo se le fue perturbando las facultades mentales.
Y hablamos de ‘Rambo’, de Jair Lopesierra Salas o de Jairo Manuel Ramírez Pérez, porque cualquiera que sea el estado emocional con el que lo quieran recordar los riohacheros, fue un ser humano que tuvo los cinco sentidos para cuidar lo que muchos ciudadanos y entes gubernamentales no vigilaban, todo esto por el amor que le cogió al lugar en donde convivía. ‘Rambo’ lo que hizo fue prestar un servicio de celador sin sueldo, inicialmente del parque Padilla de Riohacha. Se enfrentó a los destructores de los elementos que conforman la plaza principal de la ciudad y luego al llegar al cementerio se trenzó grandes batallas con quienes practicaban la brujería, para que dejaran a los difuntos tranquilos, igual lo hizo con los drogadictos y ladrones de lápidas.
Este personaje aparte de convertirse en ícono de la ciudad, fue una persona que en medio de sus limitaciones mentales salvaguardó los bienes de la ciudadanía, tal vez fue por eso que los riohacheros agradecieron el trabajo que ‘Rambo’ hizo en vida acompañándolo masivamente a última morada. Ahora bien, el ‘Rambo’ riohachero engrosó las redes sociales por sus imprudencias en medio de su curioso vestuario, pero también su nombre fue tomado por los fanfarrones y burlones de la política en proponer su nombre para la Alcaldía de Riohacha o la Gobernación, ante la inestabilidad político-administrativa que se ha vivido en los últimos años.
Un adiós para quien en medio de su altruismo coloquial, dejó de presente su comportamiento mental.