Nuestra República Colombiana a Dios gracias tiene en práctica un sistema político que defiende la soberanía del pueblo, representado en el constituyente primario el cual le da derecho a elegir, ser elegido y controlar a través de las herramientas jurídicas, los entes de control y los coadministradores, quienes han hecho mal uso de la confianza que el mismo pueblo les ha entregado.
En las últimas dos décadas de debates electorales, el país ha tenido un comportamiento fluctuante en cuanto a la participación del electorado, con algunas excepciones de campañas presidenciales que han superado el 50% de los ciudadanos habilitados para votar.
Igual ocurre a nivel departamental y municipal, en donde el ciudadano cree en los postulados del candidato, pero se lleva una decepción de tal magnitud que reciente al elector y que afecta la voluntad popular con situaciones de corrupción, problemas judiciales o la incapacidad profesional de gobernar.
Los resentidos electores prefieren hacer bromas y memes con los personajes típicos de cada población y no ponerle seriedad a quienes realmente aspiran, precisamente por los resultados nefastos de nuestros gobernantes.
Los incrédulos de la democracia son las personas que hoy engrosan la cifra del abstencionismo que en algunas oportunidades han sobrepasado la línea del 50% tanto del orden nacional, departamental y municipal. Los responsables de ese abstencionismo también son los jefes y partidos políticos que descalifican la hoja de vida de una persona profesionalmente preparada, para avalar políticamente a una persona que no cuenta con la capacidad mental ni profesional para sacar adelante una administración, pero por el otro lado respaldan a quienes tienen cuentas pendientes con los organismos de control del Estado o se encuentran ‘sub júdice’.
Cerrado el proceso de inscripción de los candidatos a las diferentes corporaciones, encontramos para concejos y alcaldías una serie de personajes que no tienen la preparación académica, profesional ni mental para asumir la responsabilidad que le entregue el electorado. Existen nombres que tienen bastante popularidad muy a pesar que no han esclarecido con la Procuraduría y Contraloría su responsabilidad administrativa y fiscal, además cuentan con pendientes con la justicia y bajo la premisa que se hacen elegir para arreglar después de su elección sus problemas judiciales, terminan el funcionario con bajos resultados.
Elegir a un candidato con cuentas pendientes con los organismos de control, es someter a la administración a una parálisis ya que el elegido va a dedicar la mayoría de su tiempo a defenderse de los problemas fiscales, administrativos y judiciales, dicho de otra forma, someten a la administración al verdadero atraso, para luego quejarnos en esquinas o en las bancas de los parques.
Quienes practican el abstencionismo en nuestra región por cualquier circunstancia que respetamos, por no votar así sea en blanco, le están abriendo la puerta para los candidatos malos que trabajan con los dineros de la corrupción o dinero calientes.