Aunque su número sea preciso o impreciso, creemos que a lo largo de la historia económica de La Guajira, este Departamento ha vivido 14 bonanzas, menos o mucho más que a criterio de nuestras acepciones, correspondientes al periodo económico de abundancia de recursos que hemos tenido producto del contrabando para los particulares y actividades licitas de nuestras actividades mineras y agrícolas que la madre naturaleza nos ha dado a través de los recursos naturales, pero con ellas también ha llegado el despilfarro, las crisis que generan las fluctuaciones del dólar, la estrepitosa ciada de la economía de Venezuela y las plagas vegetales que atacan y destruyen los cultivos y las plantíos en esta sección del país.
Entre las bonanzas y las crisis, así se ha movido la balanza comercial de nuestro Departamento a lo largo de la historia económica de La Guajira, muchos de estos crecimientos económicos inesperados han sido ilegales para los particulares y legales, para las entidades que reciben recursos provenientes de la explotación de los recursos naturales, pero cualquiera que sea la situación, despertamos de los placeres de la abundancia cuando caemos en la pesadilla del decrecimiento en nuestros bolsillos o en las arcas de las entidades.
No nos vamos a entretener en las consecuencias que han generado las bonanzas ilegales en nuestros Departamento, deshojar el pasado nos puede hincar los recuerdos del presente, pero no podemos dejar en alto que durante más de tres décadas vivimos la bonanza del carbón, que hoy no cuenta con un valor apetecible en los mercados internacionales, pero que su bajo precio por tonelada impacta directamente en los problemas sociales que tiene La Guajira, ya que la nación y el Departamento entran en déficit en sus ingresos de productos de las regalías.
La producción de banano y plátano en la jurisdicción de los municipios de Riohacha y Dibulla fue una bonanza silenciosa que comienza a despertar luego de conocerse la alerta temprana por los síntomas de marchitez en los cultivos, cuya plaga sospechosa ha sometido a miles de hectáreas cultivadas en cuarentena, pero que pone en peligro el ingreso de miles de campesinos y cultivadores que depende del consumo de los mercados internacionales.
A lo largo de la historia económica del Departamento hemos sido millonarios en corto tiempo, pero pobres a largo plazo y junto a ello no hemos sabido administrar los recursos, producto de las bonanzas que se nos han presentado, debido a que los recursos de la sociedad se han evaporado en proyectos y contratos sin ninguna relevancia social para la población.
Paralelo a ello, el hambre constantemente hace presencia en los estómagos de cientos de guajiros sometidos en una pobreza extrema, en donde las cifras reveladas por el Dane deja de presente que más de la mitad de los guajiros son pobres, y el 26.7% están por debajo de la pobreza extrema, dejando solo un 19.6% de guajiros catalogados como no pobres. Todo esto lamentablemente conlleva a decir que pasamos de la bonanza a la crisis, y de la crisis hemos llegado a la pobreza extrema.