La emergencia en La Guajira, por las intensas lluvias y ahora el desbordamiento del río Ranchería, es una historia que se repite y que requiere que estos gobiernos inicien toda una labor para ponerle fin a esas causas ya identificadas para evitar más afectaciones a las familias.
Si bien se reconoce la forma como el Gobierno departamental ha encarado la situación también lo es la necesidad de empezar a trabajar para ejecutar algunas obras que eviten inundaciones como el caso de Villa Fátima en la ciudad
de Riohacha. Como también las obras de alcantarillado pluvial por ejemplo en la capital de La Guajira, para la evacuación de las aguas lluvias.
Lo mismo ocurre en la gran mayoría de los municipios, y es allí donde los alcaldes de la mano del gobernador Jairo Aguilar Deluque, deben definir de qué manera se pueden acceder a los recursos económicos para avanzar en la ejecución de esas obras tan necesarias en las comunidades para que las afectaciones en las familias sean menores.
Es urgente también que sigan insistiendo en la pavimentación de las vías a la Alta Guajira, es una obra urgente
para que las comunidades wayuú no queden aisladas por vía terrestre.
El gobernador de La Guajira, Jairo Aguilar Deluque, sigue cumpliendo con la tarea de llevar las ayudas humanitarias
a las 192.465 personas que representan 38.493 familias afectadas en varios municipios, para lo cual logró el apoyo del
Gobierno nacional a través de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, de la Fuerza Aérea Colombiana y del Ejército
Nacional.
Esa tarea continúa especialmente en la Alta Guajira, donde han logrado rescatar a varias personas y menores en delicado estado de salud, trasladados vía área a hospitales y clínicas de los municipios de Maicao y Riohacha donde reciben atención médica especializada.
El mandatario de los guajiros ha demostrado solidaridad, capacidad de trabajo y fortaleza para atender una
emergencia donde muchas familias perdieron todo, pero le permitió llegar con un poco de esperanza convencido de que hay mucho más por trabajar para minimizar de alguna manera los estragos que deja el invierno.
Esta situación probó que el trabajo en equipo es necesario, para vencer en las adversidades, pero también demostró el temple de las familias afectadas para seguir encarando la vida.