Mientras algunas regiones del país se han vanagloriado que su crecimiento se debe gracias a la desarrollo de los puertos utilizando las bondades del mar y del río, en La Guajira no podemos hacer alarde de la cultura portuaria como punta de lanza para exportar e importar a los mercados internacionales a través del mar, debido a que seguramente no tenemos la voluntad portuaria que combine y obligue al Estado y a la inversión privada a explotar el mar Caribe con la que cuenta el Departamento entre los municipios de Dibulla, Riohacha, Manaure y Uribia.
Creemos que es una deficiencia histórica de los guajiros que ha marcado el letargo de no ver más allá de nuestras narices lo que durante muchos años pudo haber sido una fuente laboral para los habitantes de nuestra región.
Cada vez que analizamos las cifras y las estadísticas positivas que generan los puertos de Colombia, invoco el planteamiento filosófico de René Descartes que dice: “Pienso luego existo”, frase que me lleva a sostener que en La Guajira vivimos a espalda del mar. ¿Qué en La Guajira no hay puertos? Claro que si hay, pero son privados para el uso de la exportación de carbón y otro que satisface la cultura ancestral de contrabandista para descargar las mercancías que pueden circular en una sola dirección vial para la zona moribunda del Régimen Especial Aduanero de Uribia, Manaure y Maicao.
Colombia es un país con fronteras portuarias, con excelente ubicación estratégica marítima de Suramérica y en ello, el departamento de La Guajira cuenta con la mejor posición geográfica para desarrollar todas las actividades comerciales con las islas del Caribe y el resto del mundo, en donde tenemos un mercado que nos exige enviarle desde nuestra tierra verduras, legumbre y las diferentes carnes que aquí se produce. No hay que salir a estudiar al extranjero para saber que en La Guajira contamos con una privilegiada posición estratégica y geográfica, y que la batimetría de nuestras costas nos permiten contar con el mayor potencial para la construcción de los mejores puertos del país.
Señores, si Barranquilla no tiene mar y con su tortuosa navegabilidad del río Magdalena hacen maravillas y ha crecido industrialmente, se imaginan ustedes si nosotros explotáramos el ancho mar con gran calado que tenemos.
En alguna oportunidad, el gran calado con el que cuenta el mar que baña las costas de La Guajira fue incluido para construir en esta zona una terminal de contenedores que permitía a las navieras descargar temporalmente algunos equipos, mientras las embarcaciones cumplían con otros trayectos. A esto le faltó voluntad política de la dirigencia de nuestro Departamento, porque no hubo un gobernador, mucho menos un alcalde que le hiciera el lobby a los inversionistas que estaban pensando en desarrollar en las costas de La Guajira este tipo de proyecto. ¿Estamos soñando con lo imposible?