No sé ustedes, pero yo creo que hace rato en La Guajira tocamos fondo, y lo más preocupante de todo, es que no alcanzo a ver una reflexión colectiva sobre lo que nos pasa.
¿Por qué nos cuesta tanto aprender? ¿Por qué si estamos viendo todo lo que nos ocurre no cambiamos de actitud? Ya se ha perdido el sentido social, ahora quien es elegido en un gobierno llega pensando en ser el nuevo millonario.
¿Y dónde queda lo social? ¿Dónde quedan las necesidades de los más vulnerables? Particularmente, creo que hemos trastocado todos los límites, se han desarrollado uniones de conveniencias en donde el bienestar popular es el último tema de interés. Lo particular ha ocupado un lugar por encima de lo colectivo.
Miren todo lo que nos está ocurriendo desde hace diez años y aún nos cuesta entender la lección.
¿Qué otras experiencias necesitamos vivir para reflexionar? Aveces siento que logra mayor importancia entre clases políticas un candidato manejable a un líder con carácter político que venga a promover verdaderos cambios profundos y sociales. Así como están las cosas, el bienestar social está de último en la fila. Primero están los llamados «compromisos políticos».
¿Pero compromisos de qué? o ¿Compromisos para quiénes? ¿Para el pueblo o para dos o tres? No sé realmente cuándo el elector piense seriamente en cambiar de estilo electoral, pero lo que sí tengo claro es que mientras ese cambio no se logre, esto seguirá igual.
Para nadie es un secreto que los partidos políticos atraviesan una crisis de credibilidad y que eso ha generado un alto índice de electores que se consideran apolíticos, bien sea porque jamás se han interesado por adentrarse en el ambiente o porque en algún momento sí lo hicieron y se llenaron de muchas decepciones.Según las estadísticas electorales, el abstencionismo cada vez va más en aumento.
¿Estará tal vez la salvación del Departamento en manos de los abstencionistas? Lo digo porque el caudal o poderío electoral que se esconde detrás de ellos es inmenso.
¿Por qué no se desarrollan mecanismos socio-electorales para incentivarlos? Dentro de ese mismo marco está la apatía política que promulgan los jóvenes y las clases más vulnerables.
También se afirma que lo mejor es no votar ni interesarse en los debates públicos porque La Guajira no tiene solución. Precisamente ahí es cuando me refiero que esta situación ha tocado fondo, porque la esperanza se está perdiendo entre los jóvenes y son ellos como representantes de la nueva generación quienes deben llevar la vanguardia.
La democracia actual ya no es una lucha de ideas y de propuestas, se ha transformado en otra cosa totalmente distinta. Es ampliamente un antagonismo del fin verdadero de la administración pública, que básicamente se basa en ser la solución del problema social mediante la protección y asistencia a los más débiles.
Al ciudadano no se le involucra como debe ser en los procesos sociales, los gobiernos se la pasan presumiendo cuáles son los problemas y cuáles son las soluciones sin preguntarle a la gente.
Los planes de gobierno y las candidaturas se eligen de espaldas a las personas, pasados los tres años y medio vuelven a buscarlos para obtener el voto pero el ciudadano lleno de descontento es exigente antes esas pretensiones. Todo esto hace que el voto electoral y las campañas políticas cada vez sean más y más costosas.
Creo que llegó el momento de hacer un alto en el camino y empezar de nuevo a experimentar el roce con el pueblo, para quererlo más, para respetarlo más, valorarlo más y entenderlo más.
Si continuamos actuando igual no podemos obtener distintos resultados.