Leía una nota cultural del diario El Periódico de Aragón, España, donde entrevistan al mayor conocedor de la obra del pintor barroco Pedro Pablo Rubens (1577-1640), flamenco y que residió durante mucho tiempo en las cortes españolas debido a su capacidad como diplomático, a donde fue enviado por los gobernantes de Amberes.
El especialista en la obra de este pintor, Matías Díaz Padrón, es interrogado por el periodista en el sentido de qué es un país culto. Y el crítico rubenista responde sin rodeos que para él un país culto es aquel que se preocupa por el conocimiento. Afirma que lo anterior se concreta cuando una nación es capaz de reconocer a sus artistas. Precisa Matías Díaz que Pedro Pablo Rubens fue admirado en la España de Felipe IV porque se trataba de una nación con unos gobernantes de amplia formación intelectual.
La reflexión sobre cuánto de manejo cultural es real en los planes de gobierno de todo nivel en Colombia adquiere especial relevancia por estos días dado que nos gastamos uno de los presidentes más vacíos en lo intelectual en décadas. Iván Duque sustituye su analfabetismo cultural con una vanidad hueca, donde ni sus áulicos de nómina le respetan.
La ginda de la situación fue lo de la semana pasada cuando estuvo entre rechiflas por querer presentar un libro escrito a cuatro manos y bajo su inspiración.
Tal desfachatez se dio en el marco de una posición autocrática al censurar a los escritores colombianos no afines con el uribismo, habiéndoles impedido presentar sus producciones literarias en la Feria del Libro de Madrid. Colombia era el país invitado en ese evento.
Un sistema de gobierno preocupado por el conocimiento empezaría por facilitar la importación sin ningún arancel o muy bajo de los insumos para producir cultura, maquinarias relacionadas con la necesidad de incrementar el acervo intelectual de la nación, tintas, papel, etc. Pero, la rapacidad omnívora de los gobiernos nunca ha permitido que el conocimiento se democratice.
Tendría que haber subsidios a la televisión satelital para que ese servicio pase de ser un lujo a constituirse en un elemento de afianzamiento crítico de los individuos sobre la realidad que le rodea. Pero, esto último es subversivo para el estatus quo. Hay que recordar el encabezado de la desaparecida revista Alternativa, “empezar a pensar es empezar a luchar”. Entonces más bien pocón, no sea que se nos alebresten los de abarcas trespuntá.
¿Colombia es un país culto? ¿O sea, es una sociedad donde los artistas y escritores son reconocidos más allá de su ideología política, o por el contrario, solo los amanuenses del gobierno disfrutan de la promoción de sus obras? En esta Colombia uribista toca eso último para no ser echado de los medios de difusión cuando de esculcar en los modos de vida no santos de los políticos se trata.
La arremetida contra los periodistas del hebdomadario Semana es un buen ejemplo de, o estás conmigo o te estrangulo profesionalmente. Ni se diga del robo de los $70 mil millones que debían invertirse en la interconexión digital para los estudiantes de estratos pobres y que fueron a parar a paraísos fiscales y de los que Iván Duque no ha asumido la responsabilidad que le toca por negligencia y ser copartícipe de la corrupción, para usar unas palabras neutras.