La expresión del escritor uruguayo Eduardo Galeano “la historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será” cobra más vigencia con el genocidio que el Estado colombiano y la clase dirigente de La Guajira le han propinado a la etnia wayuú por décadas al quitarles lo que les pertenece y colocarlos en la mayor indigencia pública que se tenga noticia: los más paupérrimos signos de una mala calidad de vida basado en una explotación inmisericorde, sedientos siempre de agua y discriminados en una desnutrición tal que hoy se han convertido en mendigos de sus propios derechos y en una vergüenza para nuestro Departamento, por lo que han sido, contra tantos avatares y el anuncio de la calamidad en que viven.
La Guajira era un vasto imperio del diablo, de redención imposible o dudosa, pero la fanática misión de los alijunas contra la herejía de los nativos –los wayuú quienes eran los dueños del territorio peninsular– se confundía con la fiebre que desataba, en las huestes de la Comisaría, luego de la Intendencia y más tarde del Departamento y como aves rapaces conquistaron –los dirigente – no solo a los alijunas mismos, sino una raza indómita, a una nación que se sentía orgullosa de no haber permitido nunca que los conquistadores españoles los dominaran, pero llegaron los nuestros con engaños y alianzas diabólicas de algunos líderes wayuú y ardió Troya: fueron desplazados casi en totalidad de su territorio, fueron ultrajados a través de vejámenes y los convirtieron en los peores lacayos de su historia, en indigentes, en míseros de su propia suerte y en mendigantes de la calamidad pública. ¡Qué horror! ¡Qué vergüenza para nosotros mismos que hemos asesinado a una raza con nuestros procederes!
Todo lo que está sucediendo a esta admirable raza es de conocimiento público y que ha despertado el interés no solo regional, sino nacional. En los diferentes programas de televisión a nivel regional y nacional, ha quedado al descubierto tantos entuertos de las trapisondas como han manejado los recursos en Uribia, el mayor en su género en la cantidad de indígenas más de cien mil de ellos, sin incluir Manaure, Riohacha, Maicao, Hatonuevo y Barrancas y el de mayor extensión más de 8 mil kilómetros cuadrados, programas que se han emitido y que han desnudado tantas verdades de malversación de recursos, de mala calidad de vida de los wayuú, lo que ha traído como consecuencia una desnutrición atroz donde miles de niños han muerto en la mayor orfandad y con la mayor irresponsabilidad que se tenga historia, ante la complicidad del Estado colombiano y la ineptitud y mediocridad de la dirigencia guajira. ¡Qué terrible lo que le hemos hecho a nuestros indígenas! ¿Y qué ha pasado con la sentencia T-302? Ahí está como letra muerta.