Interpretando desde el punto de vista de la doctrina más sana, todos los pronunciamientos ciudadanos con arengas, desmanes, pancartas y manifestaciones públicas recientes, es indudable que, a futuro Colombia demanda un nuevo proyecto de país.
Ese proyecto de país exige una democracia más fuerte y un cambio en la estructura del Estado y en el estado social de derechos, y donde su clase gobernante y dirigente se ponga de acuerdo en lo fundamental. Entendiendo por lo fundamental, el interés superior que le asiste al estado de auto reformarse y al pueblo de proponer contra reformas, para que la población tenga intervenciones y focalización del gasto público social con criterio de justicia y equidad, con gobiernos que representan la institucionalidad y sectores que se oponen constructivamente y proponen salidas en la crisis, con planes de desarrollo nacionales y territoriales que se ejecuten realmente y no se queden como vaticinios incumplidos.
Que se termine el país de los privilegios y haya meritocracia, o todos en la cama o todos en el suelo. Ejerciendo la administración pública apartada de todo contubernio con la corrupción administrativa. Atendiendo que las redes sociales, cumplen un papel importante de doble vía que mantiene al ciudadano bien informado y hasta desinformado. Pero desde una perspectiva optimista, soy de los ciudadanos colombianos que piensa que, un nuevo proyecto de país si es posible. Un país donde quepamos todos con nuestras diferencias y coincidencias. Pero para lograrlo, se necesita caminar detrás del ciudadano para saber cómo le aprietan sus problemas y cómo vive realmente. Recorriendo todo el territorio nacional desde las entidades territoriales para hacer un rediseño administrativo de lo que se va a gobernar.
Es verdad, que no se puede administrar lo que no se conoce, nuestra experiencia así lo indica. Por eso, considero que, en adelante, se requieren administraciones descentralizadas que gobiernen con los gobernados, que salgan de los escritorios y gobiernen desde los territorios y que sean buenos escuchas. Que los presupuestos públicos sean construidos realmente de manera participativa y con absoluta y total transparencia. Un país donde todas sus dimensiones del desarrollo sean atendidas de manera incluyente, desde lo político-institucional, lo económico y lo social, lo ambiental, lo tecnológico y lo poblacional. No puede haber ejes rezagados y otros robustecidos donde se da el despilfarro y la atomización de los recursos. Colombia es un país biodiverso, pluriétnico y multicultural con unas particularidades poblacionales y territoriales, únicas en el mundo. Además, con una economía fuerte, que ha sido capaz de resistir más de medio siglo de guerra interna y mantenerse. Sigo pensando que el problema no es el régimen presidencialista ni los gobiernos territoriales y la descentralización administrativa. Interpreto que el pueblo-pueblo lo que quiere es un nuevo modelo de país, y por eso, surgió el florero de Llorente por segunda ocasión, que esta vez fue la reforma tributaria. Se demanda realmente un estado mucho más efectivo en cuanto a garantizar los derechos de los ciudadanos colombianos, para resolver sus problemas y necesidades, con valor público. El pueblo demanda una gestión parlamentaria en su favor y con resultados efectivos también.
Nuestro país en las calles reclama sus derechos, una mejor calidad de vida, mejor desarrollo humano y que se reduzcan las necesidades básicas insatisfechas de la población. Ha salido a las calles el sueño de un mejor país, de un nuevo país, el cual debe ser canalizado con una respuesta clara de políticas públicas. Todos queremos que haya un nuevo orden y estamos llamados a lograrlo en esta época de postpandemia que se avecina. Se siente el rigor del empobrecimiento de la población y la economía. Es inminente la reestructuración del Estado con una reingeniería que permita la reactivación económica y social, y a todos los ciudadanos les devuelva la alegría, la fe y la esperanza en las instituciones. El tejido social se ha deteriorado, pero ante todo esto, nuestra respuesta es la vida.
Pero, aun así, hacemos un llamado a la calma, a la reflexión, al entendimiento, a la concordia. Es a través del diálogo y los acuerdo como se planifica participativamente un país y sus territorios. Es entre gobernantes y gobernados como se logra una idea motivadora de cambio, aquí no puede haber ganadores ni perdedores, el país es de todos y entre todos debemos construirlo. Visionándolo y planificándolo, para luego intervenirlo y transformarlo, ya que esto nos evitará padecerlo. Pero es evidente, que Colombia necesita un nuevo proyecto de país.