Solo Dios puede ponerle fin a la tragedia humana que vivimos por consecuencia de la peste que nos azota, controladas por mafias farmacéuticas, avaladas y consentidas por Organización Mundial de Salud-OMD, adscrita a ONU, autoridad máxima en asunto de salud, que ejerce en continentes de la tierra. Llevamos un año repitiendo: cuarentena, distanciamientos, tapabocas, lavados de manos y desinfectantes; pero poco se ve mejoría globalizada de la pandemia, cuando se han aplicado más de 800 millones de vacunas, de diferentes marcas y origen en naciones.
Sobre el citado asunto surgen de diferentes fuentes alternativas en medicamentos con efectos positivos a personas contagiadas, no aplicada por inadmisibilidad caprichosa de autoridades de salud, que vetan de mala fe, los procedimientos sin poder frenar “tenderetas” de casos que arrojan registros de personas, contagiadas y fallecidas que publicitan.
La salud dejó de ser derecho y se transformó en un negocio oneroso. En lo que nos atañe (Covid-19), el interés radica en venta de vacunas, aprovechando cadenas de contagios. Vacunas procesadas a la carrera, sin garantías de efectividad, lucrando y beneficiando, regímenes de gobierno: capitalista, socialista y comunistas; distribuyendo y proveyendo comercialización de vacunas en diferentes precios a naciones, estados y república del mundo, que deben sufragar pagos por compras, con disponibilidades económica presupuestales o endeudarse, dejando desamparado y debilitados, otras atenciones común y emergente de casos rutinarios. La irrisoria ayuda que reciben países en extrema pobreza como Haití y del Continente de África, para aplicar vacunación de manera gratuitas, las utilizan para privilegiar pocas personas de elites gubernamentales, familiares y rocas políticas; vulnerando igualdad, independiente de condiciones, políticas y sociales. Gracias a Dios, el continente negro y otras poblaciones del citado color no han sufrido tantas severidades críticas, como está ocurriendo en Europa y América, desbordadas por contagios y muertes, no obstante haber iniciado vacunaciones desde el mes de diciembre, sin contener, ni menguar la propagación, cuyas cifras siguen estándar en algunas regiones y en alza otras. EE. UU y Brasil, las más afectadas, con anotaciones de fallecidos por días, en cifra superior de cuatro mil personas. En Asia los mayores afectados, India e Irán. China, la nación más poblada del mundo, con 1.300 habitantes, registra 85 mil contagios y menos de cinco mil fallecimientos.
Lo que ha generado abundancia en Covid, es el hambre que padecen poblaciones pobres, sin alimentos, para mitigar la fatiga, originando problemas, personales e intrafamiliares, en hogares, sin poder solventar necesidades, por estar atado y confinado a órdenes policivas, de encerramientos y toques de queda. También abundan contradicciones de opiniones, sobre informaciones relacionadas, con la pandemia y medicamentos, formulados de manera ética y comercial que están generando confusiones en la lucha por amortiguar y frenar el contagio, que están desfasados en cálculos de previsiones y soluciones con vacunas.
Se observa mejor atención en operaciones de vacunaciones, que en tomas de muestras nasales, requeridas y solicitadas, por sospechas o para confirmación, de contagios. No es lógico que en circunstancias de emergencia y prevención, las pruebas estén supeditadas a esperas de citas virtuales y morosidad en notificación de resultados.
Colapsan los servicios de atención, clínicas y hospitales, privados y público, por descuidar la atención primaria de recolecciones de pruebas, a quienes las solicitan diariamente, sin citas previas, para clasificar estados y condiciones, de salud personal y tomar las medidas pertinentes, facilitando medicamentos. Lo último que se ha conocido, es la escasez, no solo de camas UCI, sino también de oxígenos causando muerte en Maicao y medicamentos, con incrementos de precios, cuando la severidad del tercer pico, no da tregua.