Qué lástima que Dios se dio el lujo de regar tanto talento silvestre en el folclor vallenato, y son contados los artistas que le alaban por su grandeza.
Qué lástima que le han cantado a la tapa del calabazo, a la burra negra, a la yegua panda, a la mecedora, a la camisa rayá, al mochuelo, a la culebra cascabel, al río Cesar, a la ceiba del puerto, al padre, al hijo, a la madre, a la novia, a la ceiba de Villanueva, al gavilán colorado, a la ombligona, al palo de mango, a la paloma guarumera, a la puerca mona, al toro balay, al cardón guajiro, etc.
Pero qué lástima, que al que lo creó todo: El cielo, la tierra, las nubes, los ríos, los mares, los cetáceos, etc. No se han dignado cantarle, componerle y alabarle.
Con extrañeza, he visto pasar por la tierra, hombres grandes en su inspiración, porque es un don proveniente de lo Divino, pero fueron egoístas con el más Grande, como los es, el Rey de Reyes y Señor de Señores; nuestro Señor Dios.
Entre estos, vi pasar al gran Calixto Ochoa Campo, innumerables canciones en múltiples géneros; pero me dio la impresión que nunca tuvo un encuentro personal con el más Grande, el Rey de Reyes y Señor de Señores. Nunca le compuso, ni le cantó.
También vi pasar al hombre que describía a una mujer, solo con sentir su aroma; Leandro José Díaz Duarte, quien le cantó al animal más agreste, a la camaleona reseca; pero no se dignó cantarle al más grande, Rey de Reyes y Señor de Señores; muy a pesar que le regaló el don de ver con los ojos del alma.
Hace poco vi ascender a los cielos, al segundo compositor más grande del vallenato; Romualdo Brito López, también se dio el lujo de componer apologías a la infidelidad muy exitosas por cierto, canciones al amor, a su amada Guajira, a sus padres, a las maravillas del mundo; pero su egoísmo tampoco le dejó inspirarse en el más grande, el Rey de Reyes y Señor de Señores.
Vi pasar al cielo un sanjuanero, muy talentoso que tuvo una aproximación para un reencuentro con el más Grande en el más allá: “Cuando muera quiero dejar una historia/de canciones y de versos un rosario/si algún día yo llego a ser sexagenario/pido a Dios que no se borre mi memoria/Pá cantarle al infinito/algunos versos bonitos/y llevarlos bien guardados/ para después de enterrado/cantárselos a Jesucristo”. El gran Hernando ‘Nando’ Marín Lacouture.
Pero también he visto partir cantantes grandes, que han dejado en la tierra un gran legado musical, caso del gran ‘Cacique de La Junta’ Diomedes Díaz, Rafael Orozco Maestre, Jorge Oñate González, Armando Gutiérrez Moscote, Adaníes Díaz, Martín Elías Díaz Acosta, Patricia Teherán, Jesús Manuel Estrada y Kaleth Morales; entre muchos que han partido. Se les acabó el poquito de tiempo en la tierra, y tampoco les alcanzó la vida para cantarle y alabar al más Grande.
Veo con buenos ojos, a Jesualdo Bolaños, llevaba un viaje fuerte hacia el abismo, hizo un alto en el camino, y hoy cuenta con un gran Ministerio para alabar al señor y ayudarle a recatar almas perdidas.
También veo en buena tónica a Dagoberto ‘El Negrito’ Osorio, rescatando vidas para el señor.
No hay que desconocer, que la vida de nuestros artistas, no es nada fácil, poder combatir todos los días con las tentaciones del alcohol, las drogas, la infidelidad, la fama, y sobre todo si se viene con cadenas generacionales muy fuertes y que alguien de la familia debe iniciar un trabajo para romper con esos vicios.
Felicito a dos compositores sanjuaneros, que los veo desde hace rato enviando mensajes de humildad y sensatez a través de sus canciones, Aurelio ‘Yeyo’ Núñez y Marciano Martínez. De veras, están haciendo un trabajo de evangelización, digámoslo así.