El sol incandescente se aprecia por la ventana vertical, desde aquí el deseo de ver con mayor amplitud y poder tener frente a frente la hojarasca revoloteando en la terraza invade el ambiente, para muchos apreciar los árboles despojándose de sus añejos odres, es un espectáculo de balcón. En este nuevo cielo, bajo el manto del ocaso, mujeres: algunas trabajando en oficinas, otras ejecutando planes de gobierno. Asimismo, féminas estarán con un pincel en su mano frente al mar dibujando del atardecer sus colores; tantas y tantas en el seno familiar escarbando cimientos para hacerlo más sólido. Otras, en hospitales, negocios internacionales viendo fluctuar la bolsa de valores. Una proporcional cantidad, sirviendo mesas, lavando platos en búsqueda del sustento; en bibliotecas o escribiendo columnas para los medios. Quizá un gran porcentaje cavilando sobre el 8 de marzo, conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
El sol incandescente sigue alumbrando, a la ventana se le esclarecen sus cristales, retira de sí su óptica nublada; permitiendo ver a través de ella una línea del tiempo dibujada en la historia revolucionaria del sexo femenino en pro de resguardar sus derechos fundamentales, la bibliografía consultada relata hitos contundentes que dieron paso a esa participación en el desarrollo social, antes; brutalmente anulada.
¿Cómo se podía vivir en una comunidad ciega a la presencia de la mujer?
En ese trasegar por la supervivencia, las mujeres en la historia han plasmado momentos de verdad, como hilos conductores para la manifestación de su pensar, de su sentir. Los registros de fechas probablemente fueron desde antes, hagamos un breve recorrido zarpando del puerto un 8 marzo de 1908 en una fábrica de New York, aproximadamente ciento treinta mujeres se revolucionan ante la desigualdad, el acoso, malas condiciones higiénicas y excesos en las jornadas laborales; otra versión se teje alrededor del año 1857, tratándose de una marcha de mujeres obreras, protestando por la miseria recibida ante los servicios prestados. Lo cierto es que para el ser humano es interesante marcar fechas en el calendario, ellas dictan los pasos de cualquier suceso, además cada vez que se exalta y se conmemora un día, la sensibilidad ante el tema reverdece; como lo hacen las hojas que nacen en los árboles desvestidos.
Entonces, en otrora ante la invisibilidad de esa flor llamada mujer, el perfume se esparcía en toda la comunidad, sin pronunciar su nombre, sin reconocer sus atributos intelectuales o su fuerza para el trabajo; sencillamente no tenía voz y mucho menos voto, ante una estratificación meramente masculina.
¿Y la emancipación?
Miles de mujeres han sido calladas eternamente por querer una emancipación y un cabal cumplimiento de sus derechos. Mucha agua debajo del puente ha pasado, muchos remolinos y vientos se han agitado, guerras apaciguadas, para que se llegara al otro puerto en donde la mujer tenía derecho al sufragio: Según un artículo reciente de la National Geographic, hace más o menos 125 años comenzó un proceso en otorgar a la mujer el derecho a la urna, aún no consumado, pues hay sectores que pese a la lucha lo limitan. El primer voto sucedió en Gran Bretaña un 14 de diciembre de 1918, un mes después de que Alemania cesara los combates en Europa. Por otra parte, en Estados Unidos se consagró el sufragio femenino en agosto de 1920.
¿Y en Colombia?
En noviembre del año 2017 la revista Nuestra huella de la Registraduría Nacional del Estado Civil, recalca en un aparte, un punto del plebiscito del 1 de diciembre de 1957 cuya propuesta fue una reforma constitucional para la paz en el país, explica que se contaron 4.397.090 votos, de ellos 2.561.835 pertenecieron a hombres y la diferencia a mujeres. A su vez, enfatiza esa primera ocasión en que la mujer colombiana ejerció su derecho a votar, ya que en agosto de 1954 fue aprobado. En la misma revista hay un capítulo de exaltación a la “Fuerza femenina que enorgullece a Colombia”, mencionando a nombres de mujeres representativas que han desarrollado áreas de su ser y repercutido positivamente en una nación: Luz Marina Bustos, primera mujer general en la Policía Nacional; Natalia Ponce de León, Sofía Vergara, Paula Moreno, Mariana Pajón, entre otras.
El tiempo cuyo caminar no cesa, ha seguido anotando en medio de sus páginas los aconteceres, las batallas, los gritos, las alegrías de las mujeres. También el llanto por la rosa de su intimidad desgranada, por cada niña violada, por cada menor obligada a renunciar a su niñez para ser manoseada por un abusador, por cada dama ultrajada. En un país violento en donde se cristalizó la Ley 1761 de 2.015, cuyo nombre es Rosa Elvira Cely, despiadadamente violada y masacrada por un ser irracional; las féminas están lejos de transitar por parajes seguros, no sabemos el momento en el cual un desadaptado podría atacar.
No obstante, llegó este 8 de marzo, un regocijo por el Día Internacional de la Mujer, llegó la jornada anual en donde nuestro clamor es por tener libertad, equidad, consideración estatal, reformas legislativas hacia la protección femenina, a favor de la lactancia, a favor de la integridad biopsicosocial, una protección frente al flagelo del feminicidio; todo ello urge. El sol incandescente traza sonrisas de esperanza y una voz libre eleva la esencia de haber nacido mujer.