La ruta real para gerenciar el desarrollo de los territorios, no es otra distinta que implementar y ejecutar los contenidos de los planes de desarrollo, para alcanzar unos resultados efectivos. Por eso, los gobernadores y alcaldes que visionan convertir a sus departamentos y municipios en verdaderas agencias de desarrollo económico local, deben apuntarle a que sus planes de desarrollo no se queden como vaticinios incumplidos o catálogos de buenos deseos. Para lograrlo, los mandatarios deben empoderarse con liderazgo institucional del marco de sus competencias. Igualmente, asignarle líderes a los procesos y conocer, además, la responsabilidad misional que les asiste.
Las entidades territoriales del nivel departamental o local tienen la responsabilidad de promover e impulsar el desarrollo social y económico de su territorio. Hoy más que nunca se requieren gobernantes planificadores, visionarios y progresistas, para salir de los escritorios a escuchar a la comunidad y desarrollar importantes ejercicios de planeación participativa. La vida pública, cada día es más exigente y exige más y mejores resultados.
Atrás se han venido quedando los planes de reparto del gasto público, las obras inconclusas, la atomización de los recursos y la forma sistemática de corrupción administrativa. La presencia de la función pública y el DNP con su apoyo y acompañamiento a nivel nacional viene robusteciendo lenta y gradualmente las debilidades institucionales para el ejercicio de la tarea de gobierno. El Modelo Integrado de Planificación y Gestión (Mipg) y el Kit Territorial de Planeación, considero que son herramientas valiosas para el mejoramiento del desempeño de los gobiernos locales y regionales y para la calidad de vida y mejores niveles de bienestar de la población. Para cerrar la brecha y la superación de la pobreza en nuestros territorios de provincia, se requieren manos responsables a la hora de administrar los recursos públicos.
Hoy nuestros gobernantes deben convertir a sus municipios y departamentos, en entidades territoriales integras, eficientes e innovadoras. Sobre todo, si lo que se quiere es, garantizar los derechos y resolver los problemas y las necesidades de la población. Hoy más que antes, hay que prepararse para administrar y para hacer parte de los equipos de gobierno que rodean a los mandatarios en la toma de decisiones.
Se requieren también gobernantes, que además del compromiso con su pueblo se preparen cada día más y más, para los desafíos de la vida pública. La desactualización o la descontextualización de un mandatario territorial o de su equipo de inmediatos colaboradores lo colocan en vilo. El direccionamiento político y estratégico de una gestión de gobierno hoy, requiere mucho conocimiento de los procesos administrativos y de dejar atrás la pereza intelectual para administrar lo público. El nuevo modelo de gestión planteado por función pública y el catálogo de indicadores y metas de bienestar ofrecido por DNP así lo exigen. No se puede administrar lo que no se conoce. De tal manera que, en La Guajira, necesitamos realizaciones y ejecutorias, para despojarnos del estigma y la descalificación de nuestro recurso humano, pero eso no se logra sino con entrega y voluntad insoslayable de parte de nuestros servidores públicos. Por eso, sigo insistiendo en que, visionar el futuro, planificarlo, intervenirlo y transformarlo, nos evitará padecerlo. Con nuestros territorios conectados por nuestras carreteras y las tecnologías, ordenando el sector agropecuario, ambiental, marino, energético, turístico y logístico. Seguramente, La Guajira sería otra, si nos proponemos realmente a cambiar la imagen. Empezando por tener buenos gobiernos.