El informe anual 2020 de la Fundación para la Libertad de Prensa, –Flip–, nos muestra una radiografía de la forma como trabajan los periodistas en el país, de las serias dificultades para investigar, de las intimidaciones permanentes por distintos actores, a lo que se suma la pandemia por el Covid-19 que golpea fuertemente el sector y que poca solidaridad se ha encontrado en el Gobierno colombiano para seguir informando en medio de los miedos.
En los últimos cuatro años, en el país han sido asesinados ocho periodistas y se han denunciado 618 amenazas. Es el segundo país más letal del continente, después de México. Durante el año de la pandemia, y a pesar del confinamiento general, fueron amenazados 193 periodistas, un 10% más que en el 2019. Dos periodistas fueron asesinados: Abelardo Liz y Felipe Guevara.
Esto ocurre mientras se invierten miles de millones de pesos en un mecanismo de protección que lamentablemente ha perdido efectividad y naufraga sin legitimidad, a la espera del prometido plan de reingeniería.
En el informe de la Flip, se indica que el Estado colombiano nuevamente ha apuntado sus armas, recursos y capacidad de intimidación contra los periodistas. Esta situación se acrecienta en medio de la emergencia económica por la pandemia que afecta al sector de medios.
Una alarmante operación de espionaje, el abuso de la fuerza policial contra la prensa durante las manifestaciones y la actitud displicente y estigmatizante por parte de funcionarios de más alto nivel se suceden con tal flagrancia y reiteración que es imposible no asumirlo como un mensaje en el que la prensa se entiende como oposición; en el que no existe tolerancia hacia el pensamiento crítico.
El 2020 profundizó el deterioro de los medios de comunicación y del estado de la libertad de expresión en el país. La violencia contra la prensa ocurre con la misma sistematicidad y permisividad como sucedía en décadas pasadas, durante los años más oscuros de Colombia.
En ciudades medianas como Puerto Libertador en Córdoba o en capitales como Arauca, no existe la posibilidad de ejercer el periodismo de manera libre. A esos dos ejemplos pueden sumarse decenas de municipios donde los reporteros deben calcular cada noticia antes de publicarla y hacen su trabajo con la permanente sensación de que en algún momento serán amenazados.
En los últimos cuatro años, en el país han sido asesinados ocho periodistas y se han denunciado 618 amenazas; es el segundo país más letal del continente, después de México. Durante el año de la pandemia, y a pesar del confinamiento general, fueron amenazados 193 periodistas, un 10% más que en el 2019.
Esta atmósfera ha encallado a la prensa en la autocensura. Así lo admiten propietarios (as) de medios, directores y reporteros (as) por igual. Claro está, que lo hacen de manera confidencial.
La mayoría de las veces la sociedad, que depende de la prensa para estar informada, no se entera de la existencia de esa autocensura o puede no conocer su nivel de prevalencia entre los periodistas.
Sin embargo, el precio que pagamos como sociedad es altísimo, ya que en un sistema democrático es indispensable que la ciudadanía pueda ejercer su derecho a informarse sobre cualquier tema.
En La Guajira
La Guajira no es ajena a lo que sucede en el país, la pandemia ha golpeado fuertemente a medios de comunicación y a periodistas que de manera independiente ejercen el oficio, es tal vez de los sectores más afectados frente a la indiferencia del Gobierno nacional pero también de los entes territoriales y el departamental.
Para el periodista, Edgar Ferrucho Padilla, director del noticiero Radio Delfín, considera que el periodismo ha avanzado en La Guajira, puesto que los comunicadores de la región se encuentran en un nivel similar a cualquier periodista del centro del país. Lo que habla de su avance desde aquellos años iniciales cuando todo era complicado, se debía dar pasos muy lentos para la información en la época de la marimba cuando inició en Radio Noticias Caracol de La Guajira en 1990 es decir hace más de treinta años.
“Era muy difícil el periodismo, esto ha avanzado y se ha ido abriendo paso yo considero que estamos en estos momentos en un importante nivel”, expresó Ferrucho Padilla.
Sin embargo, reconoció algunas excepciones que todavía no tienen el suficiente rigor periodístico, lo que a veces complica la situación.
En tanto, Hugo Leones Carranza, director del noticiero Cardenal de La Guajira, puntualizó que al tema de la pandemia se le agrega una serie de factores como los nuevos medios que han aparecido en redes sociales, que se convierten en vez de una competencia profesional en una de orden financiero, que tiene rasgos de ser hasta desleal porque hay personas que con solo recibir unos mensajes que envían las entidades, y los alcaldes ya con eso se creen con la potestad de cobrar.
“Ya no se está haciendo noticia, simplemente se pega y se manda a grupos, hoy cada quien tiene un grupo de periodistas y de personas que no lo son, y algunos que están llegando al medio pero no a hacer periodismo, simplemente a hacer trampolín de la noticia, es decir copiar y pegar y mandarlo a otro, y eso le está haciendo daño al periodismo”, aseveró el experimentado periodista.
Eliana Mejía, corresponsal de El Tiempo y directora del medio virtual ‘Está Sucediendo’, considera que los periodistas deben ser menores replicadores de las noticias oficiales y del sector privado, para evitar convertirse en actores pasivos.
“Debemos contrastar la información, buscar otras fuentes e ir más allá y descubrir ese por qué y para qué de las cosas, esa es nuestra responsabilidad de informar con o objetividad y equilibrio”.
En tanto, Sandra Guerrero, corresponsal del diario El Heraldo, considera que una de las dificultades para el ejercicio del periodismo en La Guajira, es el acceso a la información a través de los funcionarios públicos, toda vez que cuando son elegidos, se alejan automáticamente de los medios.
Eso sí con algunas excepciones porque muchos entienden la importancia de los medios de comunicación, pero también hay otros funcionarios en la sombra que no se conoce lo que hacen, ni sus funciones, especialmente en este tema de pandemia.
Para Aldair Rodríguez, uno de los jóvenes periodistas y hasta hace una semana director del noticiero de RCN en La Guajira, son varias las dificultades, entre ellas que por el contexto sociocultural de la región, impide muchas veces desarrollar con libertad ciertos temas de investigación o coyunturales por temor a que se atente contra la integridad del comunicador.
“Considero que el reto es batallar contra la ola de información que experimentamos hoy en día a través de las redes sociales que muchas veces resulta siendo falsa y confusa para la opinión pública”, puntualizó.