«Yo voy a hacer un reinado con las mujeres que vi en el baile cuando llegué,
a ver cuál es la pareja más entusiasta que da la vuelta en un solo pie (bis); al finalizar la fiesta yo le diré, la pareja ganadora de mi reinado (bis). Y un galardón yo le daré como la pareja del año».
El aparte transcrito corresponde a la canción titulada ‘El reinado’ de la autoría de Calixto Ochoa, la cual hemos recordado a propósito del tema que ocupa nuestra atención.
Tienen las mujeres justificadas razones para andar en estos días mas contentas que avispa carnicera sobre matica de tomates, la decisión adoptada por la Fundación Festival Vallenato de crear el concurso de acordeón femenino en las modalidades menor para niñas de 7 a 15 años y mayor de los 16 en adelante, no solo es un acierto sino un acto de justicia con las mujeres que hace rato vienen dando sopa y seco a muchos hombres en la ejecución de la bendita trilogía de la caja, la guacharaca y el acordeón, con berraquera y sin ayudas tecnológicas de esas que ahora usan para disimular los precarios arpegios.
Sin duda esa iniciativa merece el aplauso ciudadano y dará mucho de qué hablar en momentos en que el festival, para decir verdad, necesitaba sacudirse porque se estaba hablando en los medios más de sus inconvenientes que de refrescantes. Sin duda debió estar el ánima de la Cacica y Dios presentes en la reunión de junta directiva de la fundación, el 27 de febrero reciente pasado, iluminando la mente y llevando la mano de sus directivos para aprobar por unanimidad la inclusión de la categoría femenina en ese evento históricamente caracterizado por el protagonismo de los caballeros y con participación de muy pocas mujeres.
Así las cosas, tendremos reina del Acordeón y es justo homenaje a la obra más perfecta de Dios en su sabiduría y muy especialmente a aquellas que allí hacían presencia desde los inicios como es el caso de las universitarias Cecilia Meza (q.e.p.d.) hermana de los Reyes Vallenatos Ciro y Álvaro Meza Reales; Rita Fernández Padilla, música y compositora, autora del Himno de Valledupar; y Fabry Meriño, hermana de Osmel, quien falleció en la plenitud de su primavera en un accidente cerca de Turbaco, cuando se transportaba con la agrupación de Aníbal Velázquez la buseta de La Costeña de propiedad de Aníbal, el 25 de noviembre de 1971, después de una presentación en la ‘Caseta el Tamarindo’ de Chinú, Córdoba.
Igual se destacó en la decisión el aporte de otras mujeres como nobeles Yeny Arrieta y Melida Galvis, Jenny Cabello, Chelka Ceballos y la tropera y ultima acompañante de Patricia Teherán Maribel Cortina, de la cual existe una famosísima fotografía del Festival Vallenato hacen más de veinte años, cuando ella lloraba por considerar injusta su eliminación y la Cacica intentaba consolarla.
El siguiente paso debe ser garantizar que los canales públicos o alguno de los privados transmitan lo que sucede en el festival, porque ha venido sucediendo que ese certamen conclave de sabios y sabias que alegran el alma de su pueblo en tarima hasta que sale el humo blanco, anunciando el ganador o ganadora, ha venido en un paulatino y sostenido proceso de invisibilización al extremo que ya nadie fuera de Valledupar puede ver ni a los verseadores, ni escuchar las canciones inéditas, de vaina una parte de la final de acordeoneros, lo que consideramos una gran limitante para los esfuerzos de garantizar la vocación de permanencia del vallenato tradicional como música emblemática colombiana, ojalá la Fundación ponga el oído en el suelo.