(I Parte)
Desde hace más de un siglo se ha venido cortando tela del supuesto primer fraude electoral, que también se conoce en la historia política como el ‘Registro de Padilla’ o hipocorísticamente llamado ‘El chocorazo’. Sobre este hecho de resonancia presuntamente presentado en las peculiares elecciones presidenciales durante los días 1º y 2 de febrero de 1904 en todo el territorio nacional, las Asambleas de Electores encargadas de definir quienes serían el presidente y vicepresidente de la República, de conformidad con los resultados de las elecciones populares primarias llevadas a cabo el domingo 6 de diciembre de 1903; se han dado diversos controvertidos comentarios, se escribieron columnas de opinión política y publicado libros sobre este episodio político acaecido en los albores del siglo pasado terminada la absurda e inverosímil última guerra civil fratricida entre liberales y conservadores, conocida como la Guerra de los Mil Días (1899-1902).
La dirigencia política de la época, preocupada por la desolación y la ruina en que había quedado el país, se empeñó en buscar una razonable y equilibrada transición en el gobierno que encarnara una política homogénea y estable; los conservadores históricos, liberales de todos los matices y los conservadores nacionalistas se afiliaron en torno a candidatos para suceder al presidente José Manuel Marroquín.
Es así como para el periodo de 6 años comprendido entre el 7 de agosto de 1904 al 7 de agosto de 1910, salieron a la palestra el general José Gregorio Ambrosio, conocido simplemente como Rafael Reyes Prieto, y el doctor Joaquín Fernando Vélez Villamil; este proclamado candidato oficial por la Junta Conservadora históricos o hegemónicos, y Reyes por los conservadores nacionalistas y una fracción del Partido Liberal.
Para la Vicepresidencia se presentaron los generales Ramón González Valencia, Alfredo Vásquez Cobo y Pedro Nel Ospina. El general Reyes Prieto logró el triunfo a la Presidencia con muy poca mayoría de votos sobre el doctor Vélez Villamil; el primero obtuvo 994 sufragios contra 982 del segundo, siendo elegido vicepresidente por abrumadora mayoría de 1.704 sufragios el general González Valencia lo que no tuvo controversia alguna. Sin embargo, el resultado del presidente electo fue cuestionado por sus contrincantes, en criterio de estos el potencial electoral de la Provincia de Padilla solo era de 22 lectores y en el registro aparecieron 45 firmas de electores; siendo señalado de la supuesta artimaña electoral el general Juan Manuel Iguarán Ritschert, a quien en este escrito con todo respeto le damos el beneficio de la duda en concordancia con lo relatado por la ponderada escritora Adelina Covo, autora del libro ‘El Chocorazo: el fraude de Reyes en 1904’.
Sobre el particular despertó mucha suspicacia entre los denunciantes del presunto fraude, las declaraciones de algunos testigos entre ellos la del padre Pedro Antonio Espejo Daza (nacido en Riohacha el 22 de febrero de 1954), cura párroco de Riohacha, quien ante el Gran Consejo Electoral, el Juez Sexto Penal del Circuito de Bogotá y el Tribunal del Magdalena, manifestó que había tenido conocimiento que la Asamblea Electoral del Distrito Electoral de Padilla no se había llevado a cabo, si se tenía en cuenta que fue el 2 de febrero día de la fiesta patronal, los electores se ocuparon más del fervor por la ‘Vieja Mello’ que del proceso electoral; lo que le ocasionó una injusta persecución, siendo el vicario trasladado a Ocaña en 1905, levantándosele la vil calumnia que el padre había maldecido a su pueblo, lo que con documento en mano se ha demostrado todo lo contrario, incluso le quisieron hacer un daño y más bien fue un boomerang para sus injuriosos, porque allá fue elevado a la categoría de Monseñor.
Por tradición oral, se comentó que había sido un reconocido jefe político como determinador, que puso sus influencias para dicho traslado por motivos personales que no vienen al caso referenciarlos. Para honrar su venerada memoria se escribió el ‘Libro de Oro de Monseñor Espejo’, una extensa semblanza de su piadosa vida y fructífera obra religiosa y social, publicado por la Diócesis de Santa Marta a cargo del Vicario General, Manuel B. Pacheco, impreso en los talleres de J. V. Mogollón & Cia de Barranquilla en 1936.
(Continúa…)