“Todos llevamos por dentro, un Judas, que algún día de nuestras vidas, hemos traicionado, mentido, robado y defraudado a alguien de nuestra entera confianza”.
Tenía una percepción distorsionada de Judas Iscariote, uno de los 12 discípulos que integraron el Ministerio durante la vida de Jesús de Nazaret.
Me di a la tarea de investigar acerca de su vida, y caí en cuenta que entre los 12 escogidos por Jesús, era el más ilustrado, y estructurado intelectualmente, fue a quien Jesús confió la administración de las finanzas de su Ministerio, era el tesorero; por consiguiente, era una persona de entera confianza de Jesús y sabía de contabilidad y finanzas. Como buen administrador financiero, su mente giraba alrededor de producir dinero para el Ministerio, todo lo quería convertir en plata. Veamos dos casos.
Unción en Betania (Mt 26, 6-13; Mc 14,3-9). Jesús, seis días antes de la pascua, fue a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los comensales. María, por su parte, tomó una libra de perfume de nardo puro, de gran precio, y ungió los pies de Jesús, enjugándoles luego con sus cabellos, por lo que la casa se llenó del olor del perfume. Entonces dijo Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo iba a entregar: ¿Por qué no se ha vendido este perfume a gran precio y se ha dado a los pobres? Esto lo dijo no porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón; y como tenía la bolsa, robaba de lo que había en ella. Jesús dijo: Déjala que lo haga para el día de mi sepultura. A los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Jn 12, 1-8.
Traición de Judas (Mc 14,10-11; Lc 22, 3-6). Entonces Judas Iscariote, uno de los 12, fue a los sumos sacerdotes y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entrego? Ellos le ofrecieron 30 monedas de plata. Desde ese momento buscaba oportunidad para entregarlo.
Pienso que Judas, nunca entendió la visión de Jesús, para sus adentros pensaba que cuando Jesús derribara del trono a los romanos, por lo bajo a él le tocaría ser ministro de hacienda de Roma.
Vemos los oficios de los demás apóstoles.
Mt 26, 14-16. Andrés, Pedro, Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, trabajaban como pescadores. Mateo 4,18-22 relata que Andrés y Pedro estaban pescando, ejerciendo su oficio cuando fueron llamados. Santiago y Juan estaban arreglando sus redes con su padre cuando Jesús los llamó. La Biblia dice que estos dos hombres no solo eran pescadores, sino que poseían el negocio junto con su padre, por lo que empleaban a otros en el negocio. Tomás, Natanael, Felipe y uno más también quizás pudieron haber trabajado como pescadores, porque todos estaban juntos y pescando cuando Jesús se les apareció en Juan 21,2 -8 después de su resurrección.
Mateo, llamado Levi en Lucas, trabajó como recolector de impuestos para el gobierno romano, de acuerdo con Lucas 5,27 -29. Pudo haber adquirido algo de educación y reputación para lograr este empleo.
Simón era conocido como el zelotes, no estrictamente una profesión, sino como canaanita. Los zelotes se involucraban en política y anarquía, intentando derribar al gobierno romano. Quizás haya sido político o revolucionario. Cuando se unió a Jesús, permaneció zelotes, pero con lealtad a Jesús en lugar de a una revolución política.
La Biblia no proporciona información de las profesiones de Felipe, Bartolomé, Tomás, Tadeo o Santiago, el hijo de Alfeo. Proporciona información acerca de Pablo, que se convirtió en apóstol después de la muerte y resurrección de Jesús. Él era un fariseo y pudo haber enseñado religión o trabajado en una oficina política. Durante sus viajes divisionales, Pablo se mantuvo a sí mismo como fabricante de tiendas, de acuerdo con Hechos 18,1 -3.
El arte cristiano suele representar a Judas realizando lo que le hizo ganar un lugar en la infamia: traicionar a Jesús con un beso, el beso de Judas.
Pero incluso en el Nuevo Testamento hay algo fascinante en la historia de Judas Iscariote. El relato de la traición de Judas a Jesús sigue siendo una historia intensa y conmovedora: Jesús es traicionado por uno de sus amigos más íntimos. En los Evangelios del Nuevo Testamento Judas forma parte del círculo de Apóstoles de Jesús, y según el Evangelio de Juan, Judas hacía de tesorero del grupo y a él le eran confiados los fondos que Jesús y sus discípulos pudieran tener. Es más, en la última cena ¿no fue el propio Jesús quien dijo a Judas que hiciera lo que tenía que hacer, y que lo hiciese con presteza? ¿Acaso todo ello no formaba parte del plan divino de que Jesús muriese por los pecados de los hombres y se levantara de entre los muertos al tercer día? Sin Judas y su beso ¿habrían tenido lugar la Crucifixión y la Resurrección?
El Judas Iscariote que traicionó a Jesús, pero también es el héroe del relato. Dice a Jesús: “Sé quién eres y de dónde vienes. Vienes del reino inmortal. Y yo no soy digno de pronunciar el nombre de aquel que te ha enviado”. En el mundo espiritual del Evangelio de Judas, admitir que Jesús pertenece al “reino inmortal” es reconocer que es un ser Divino, y expresar la inefabilidad del nombre de aquel que envió a Jesús es admitir que el verdadero Dios es el espíritu infinito del universo. A diferencia de los otros apóstoles, que malinterpretan a Jesús y no pueden sostener su mirada, Judas comprende quién es Jesús, asume su papel frente a él y aprende de él.