Finalizó un año más, inicia otro, nuestro espejo retrovisor debe seguir empañado sin olvidar lo vivido y sufrido. Quizá fueron muchas las esperanzas, triunfos y tristezas vividas, pero es de grandeza retomar un nuevo aire y fuerzas para seguir batallando hasta alcanzar la victoria, jamás debemos perder la fe a pesar de las derrotas, la persistencia en la historia ha demostrado ser el mejor camino que conduce al éxito.
Comienza un año cargado de muchas tareas. Se avecinan más luchas, sacrificios, problemas, dificultades. Pero es ante ellas, que debemos unirnos en lucha, para poder derrotarlas. El caudillismo ha desaparecido en América latina y quien persista en su existencia, está condenado a desaparecer. Vivimos en un mundo cambiante y fluctuante que requiere de la confluencia de fuerzas, de aquel juego de infancia y muy tradicional aún en la mente “todos ponen”, de la solidaridad y de unión.
En la historia se ha narrado como pequeños pueblos se han unido para derrocar al soberano opresor, la misma biblia lo resaltó con el pasaje bíblico de David y Goliat, entonces, ¡sí se puede! Los menos, si queremos, podemos derrotar a los más si sumamos nuestras fuerzas e inteligencia, es hora que el pueblo tome el mando y gobierne al pueblo. Es hora de derrotar a los gobiernos intransigentes, a las familias que se han creído que en La Guajira y en Colombia existe una monarquía, a quienes vía impuestos, exprimen el mísero poder adquisitivo familiar. Es hora entender que los ricos de Colombia, que no más, son solo el 10% de toda la población colombiana, ellos no protestan en las calles, no padecen de los malos servicios en salud, no carecen de agua potable ni de sistema de alcantarillado en sus casas, ellos simplemente amenazan o chantajean con irse con sus empresas y dinero a otra parte, y de inmediato, hacen hincar al gobierno de turno a sus deseos. Ejemplo, Coca Cola Company ha decidido no patrocinar a nuestra gloriosa selección Colombia como “chantaje empresarial” por el aumento de impuesto industrial creado por este gobierno, así como también ha dejado entrever, la posibilidad de despedir a empleados. Al final, seguramente veremos el gobierno cambiando las reglas para no “empobrecer” a este gran monstruo multinacional en Colombia. Ya verán.
Por eso hago un llamado a las fuerzas de intelectuales, políticos, campesinos, líderes sociales, presidentes de Juntas de Acciones Comunales, sector productivo a unir nuestras fuerzas, para que en las próximas elecciones elijamos a quienes en realidad le duela y pueda suplir las necesidades básicas insatisfechas de la población. Que haga uso transparente y real de los dineros públicos del municipio y departamento, que permita invertir los dineros de la educación pública en la preparación de los niños y niñas de calidad, que sienta la necesidad de proteger el medio ambiente que hoy es un ponqué verde dispuesto a ser devorado por las multinacionales del carbón y petróleo que ven a nuestra península como el gran tubo de ensayo para aplicar tecnologías destructivas como el fracking.
Los países industrializados y desarrollados, las fuerzas vivas, como los chalecos amarillos en Francia, han hecho reversar decisiones de gobierno, ¿por qué en Colombia se hace difícil unirnos para lograr esto? Quizá porque nuestros intereses, colores y soberbia personal no nos permiten ceder y unir los míos a los otros. Ya es hora de decidir si nos unimos o nos dejamos acabar. Es hora que los “excluidos” gobiernen al pueblo.