El municipio de San Diego de la Flores en tiempos pretéritos fue epicentro de grandes batallas musicales vallenatas con los más importantes protagonistas de este folclor que quedaron para historia.
Fueron trovadores que se reunían en el patio a parrandear, en casa de Celso Guerra Arzuaga o cualquiera otro parrandero, Escalona, Leandro Díaz, Juan Crisóstomo Rosado, ‘Pichocho’, el mejor cajero de todos los tiempos, Juan Muñoz el ‘Correista’, gran intérprete de la puya, ‘El Negro’ Calderón, excelente anfitrión y extraordinario improvisador de versos, Emiliano Zuleta Baquero, ‘Colacho’, Calixto Ochoa, en fin, los mejores de época.
Este movimiento parrandero en este próspero municipio, ejerció enorme influencia sobre los caseríos cercanos que trajo como consecuencia que emergieran excelente compositores, como Mateo Torres, miembro de una familia musical que le hizo gran aporte al folclor vallenato, oriundo de Los Tupes, poblado donde tenía su epicentro el cacique de la aguerrida tribu indígena protagonista de la leyenda vallenata.
Muy cerca a los Tupes, está la aldea Las Trupillas, explica el reconocido comunicador social oriundo de San Diego, Arnulfo Peralta Arzuaga, que este nombre le fue dado a este vecindario por la abundancia de un árbol del mismo nombre que se da en su entorno cuyo fruto sirve de alimento al ganado.
Ese caserío es habitado por campesinos y pescadores, de ese villorrio, prácticamente deshabitado por la violencia, era Luis Ramón Becerra Alvarado, campesino y pescador, compositor inédito de muchísimas canciones entre las cuales se encuentra ‘La Casa de Siete Pisos’, la cual hoy es conocida como ‘El Medallón’ o ‘Siete Perlas’ que aparece bajo el registro de Rafael Escalona.
Luis Ramón alternaba su oficio de cultivador de pancoger en su pequeña parcela, con la de pescador, actividad con la cual le arrancaba suspiros de vidas a las envenenadas aguas del otrora poderoso y prestigioso Río Cesar, en la cual perdió sus manos por pescar con dinamita.
Este inconveniente no fue impedimento para seguir tocando la armónica y la guacharaca, instrumentos que tocaba al unísono al serle colocado algunos implantes rudimentarios en la ciudad de Cartagena, de esta manera siguió aferrado a la vida.
Becerra Alvarado deambulaba cantando sus canciones por la región en busca de cualquier ayuda, fue así como llegó a La Paz, a la casa parrandera y bullanguera de Juan López y Agustina Gutiérrez, padre de los famoso Hermanos López, allí estaba Escalona y sus séquitos de amigos.
Becerra cantó sus canciones a petición de Rafael, a pesar de la oposición de un sector de parranderos, al maestro le impactó la letra y melodía de ‘La Casa de Siete Pisos’, canto que el compositor le hizo a la dama y paisana suta, Gala Camargo, quien años después falleció víctima de incursión violenta en Los Tupes.
La Casa de Siete Pisos. Llegó la imagen bella del Tupe/Vino a reunirse con su familia/Llegó galita de barranquilla /Como la virgen de Guadalupe. Ay no pierdo la idea Gala Camargo/De llevarte en avión a Maracaibo /Y si quieres también podemos ir /A la luna de miel a Medellín.
Y no pierdas la idea porque es verdad /te llevo a pasear a Bogotá.
Te daré una casa de siete pisos / y de la Avianca el mejor avión/y como yo tengo un pabellón/te lo regalo pa’ tu edificio.
Ay no pierdas la idea galita mía/que te llevo a pasear a Montería/y si quieres también podemos ir a la luna de miel a Medellín/ y no pierdas la idea porque es verdad/ que te llevo a pasear a Bogotá.