El Carnaval de Riohacha es uno de los más antiguos del Caribe colombiano, y esa es una de las tantas razones para que el Distrito lo preserve en el tiempo, por lo tanto es su deber asignar los recursos económicos que sean necesarios para que las organizaciones realicen su mejor esfuerzo y muestren cada una de sus expresiones.
Desde la época de la colonia algunos cronistas daban cuenta del Carnaval de la capital de La Guajira como Nicolás de la Rosa (1942), quien refería la estrecha vinculación con la celebración religiosa de la Virgen Nuestra Señora de los Remedios.
En el desarrollo de ese proceso se destaca el famoso bando de Brito, que en este 2019 llega a sus 100 años, y aún hoy se conserva a través de sus familiares, quienes en cada desfile salen para honrar a su mentor, el legendario Francisco J. Brito.
Otra tradición que aún se mantiene es la de los embarradores, que llegó gracias a la presencia de inmigrantes franceses en la ciudad. Cuenta la historia que José Laborde, hijo del capitán de una embarcación que traía mercancía desde los puertos de ese país, empezó a imitar a un grupo folclórico que en las calles de París se embarraban para celebrar cada año la toma de la Bastilla durante la revolución francesa.
Y ni que decir de las reinas central, infantil y popular, además de las comparsas que dejan su alma en cada evento programado.
Es por ello el llamado al alcalde del Distrito de Riohacha, Juan Carlos Suaza Movil, y a su directora de Cultura, Astrid Herrera Gómez, para que realmente protejan el Carnaval de Riohacha, que se traduce en el apoyo económico que requieren todas las organizaciones que dedican su tiempo a montar las actividades que presentan en los eventos que se programan.
El Carnaval es cultura, y por lo tanto la administración distrital tiene que mirar con otros ojos esa actividad, porque de lo contrario se reduce a su mínima expresión y en cualquier momento se dejarían de realizar.
La actual directora de Cultura fue reina central del Carnaval de Riohacha, sabe en carne propia todo lo que gira alrededor de esa actividad, y por tanto debe buscar una solución de fondo al grave problema que enfrentan las organizaciones, es decir, sanear las finanzas para que se cancelen las deudas que vienen de años anteriores, y apropiar en el presupuesto del 2020 los recursos necesarios para garantizar su continuidad.