Después de que los líderes de las Farc pidieron perdón por los secuestros cometidos durante el conflicto armado, Ingrid Betancourt, quien estuvo en cautiverio durante 6 años, 4 meses y 9 días, reflexionó acerca de secuestro y sus implicaciones éticas y políticas.
Durante el espacio de Contribución a la Verdad, presentó su visión sobre el papel que ha jugado la corrupción en el desarrollo del conflicto armado y cuál debería ser el camino para esclarecer la verdad y evitar la repetición de la violencia.
“El secuestro no tiene fecha de vencimiento, no termina el día de la liberación. Es un asesinato porque quien lo padece, incluso si tiene la suerte de ser liberado, cuando sale del cautiverio ya es otra persona. En el secuestro hay un descuartizamiento de la dignidad, una anulación del ser humano. El peso que deja se vive en la confrontación de lo cotidiano, al relacionarse con los seres queridos, con la realidad y el mundo. El secuestro es el peor de los crímenes porque los incluye todos y para siempre”, dijo.
Asimismo, aseguró que los perpetradores de estos hechos hoy “maquillan la verdad para presentarla bajo una perspectiva menos cruel”.
“Creo que para ellos debe ser muy violento verse en el espejo del posconflicto, darse cuenta que sus actos no tenían justificación ni respondían a una ideología. Hubo quienes me pedían perdón por lo que estaba ocurriendo, a otros la conciencia los mortificaba tanto que preferían no estar en contacto con quienes estábamos cautivos. También hubo otros que para mostrar su poderío eran capaces de conductas que no me atrevo a nombrar”, alegó.
La excandidata presidencial precisó que los excomandantes de la guerrilla tienen que buscar su camino y ver quiénes quieren ser en este país.
“De la misma manera que se les admite la transición hacia lo bueno, hacia una sociedad que reconoce sus derechos, también tienen que corresponder, no seguir mintiendo y reconocer lo que ocurrió. De todo lo que yo he sufrido a causa del secuestro, hay un sufrimiento que duele muchísimo más y está por encima de todos, y es ser víctima de la mentira, de la deformación de lo ocurrido”.
En ese sentido, manifestó que cuando hay guerra es muy fácil justificar abusos, desmanes y corrupción, disfrazando todo eso el uniforme de un bando o de otro.
“La guerra es un extraordinario instrumento de impunidad porque permite a los corruptos esconderse detrás de una cortina de humo en una narrativa polarizada. La guerra es la masacre de muchas personas que no se conocen para servirles a unas que sí se conocen y no se masacran. Por otro lado, la paz permitirá aliviar la carga emocional y nos dejará ver, de mejor manera, la gangrena de la corrupción”.
Betancourt negó haberse reunido con los exintegrantes del secretariado de las Farc, porque no fueron aceptadas sus condiciones.
“Durante el proceso de paz me llamaron a decirme que el secretariado se quería reunir conmigo a pedirme perdón. Les dije que estaba de acuerdo para hacerlo, pero sin cámaras. Cuando puse esa condición no volvieron a acercarse y lo que hicieron fue organizar, en un escenario mediático, un acto con las familias de los diputados asesinados en el Valle”, puntualizó.