En La Guajira hoy todo lo que signifique propuesta social, idea de asociatividad, trabajo colaborativo, generación y fomento de nuevos liderazgos efectivos para construir bienestar o transformación de realidades que nos causan afectaciones negativas, es inmediatamente relacionado o asociado a actividad política partidista con fines electorales y con agenda oculta por parte del o de los proponentes.
Reconozco que eso no ha sido por generación espontánea sino creado por nosotros mismos, los guajiros, y aupados por políticos foráneos en su afán de conquistar votos populares para llegar a cualquier dignidad de elección popular; patrocinado por nosotros mismos, los guajiros, que hemos aprendido o adoptado la mala costumbre que por sacar ventaja y obtener beneficios personales, o réditos electorales a favor de nuestras causas, hemos hecho y hacemos todo tipo de malabares que terminan siendo engaños, fantasías retóricas y casi burla de los anhelos de un pueblo. Y ojo, eso no es un factor cultural autentico nuestro, es una transculturización que hemos inmiscuido en nuestras costumbres de hacer campañas electorales, y también lo hemos importado, por tanto, hemos construido esa respuesta que hoy el ciudadano común y corriente y también el ilustrado nos dan. Respuesta de desconfianza, ‘ganas de escalabrarte’, generación de resentimiento y deseos implícitos ‘que te vaya mal’, porque ya asentamos en nuestros sentimientos rencores y antipatías, cuyo origen es la politiquería y trafico electoral.
Es un factor incidente de confrontación, división y separación social y de la sociedad en sus diferentes ámbitos, el manejo partidista y político-electoral que le hemos acuñado a todo cuanto se mueva en La Guajira por cualquier razón, causa o circunstancia, y a todo lo que significa o que tenga una visión para generar cambios, progreso, o nuevas líneas de desarrollo humano.
Comencemos señalando que la actual pérdida de confianza y credibilidad está patentizada hoy en el enfrentamiento de generaciones; antes se hablaba con orgullo y esperanza del relevo generacional y de la asunción de nuevos liderazgos; hoy es un combate con pérdida de valores e imposición de antivalores y una aversión y enfrentamiento entre jóvenes y viejos por prevalecer. Antes las iniciativas ‘eran vistas con buenos ojos’ y desprovistas de la fatal envidia; hoy nomas se espera que propongas para salir a lanzar rayos y centellas solo por oponerse o quitarle brillo a la iniciativa, pensando que puede ser político-electoral o venir del otro bando y sacarnos ventajas si se concreta o materializa la idea por muy necesaria, oportuna y brillante que sea; el objetivo es opacarla, disminuirle su valor social y comunitario porque ‘eso nos gana terreno electoral’, es decir, se pone enseguida por encima el valor inmisericorde de la politiquería por sobre el bien social y colectivo.
Hoy por causas electorales, sobre todo, influenciados por activismos políticos, están divididas familias, disgustos entre hermanos, bandos antagónicos entre primos, sobrinos, compadres y demás familiares; hay desunión en los barrios y veredas; fomento de la hipocresía y perdida de la solidaridad solo por las diferencias político-electorales; rabia o disgustos ocultos contra el vecino, paisano o amigo de infancia solo porque no piensa o apoya lo que yo apoyo; se ha entronizado la deslealtad y optado el engaño ‘como jugada política’ pensando que se es más inteligente, más vivo y más líder si ese es el comportamiento. Eso es la confusión entre la astucia con la inteligencia emocional asertiva.
Comunidad guajira, es imperioso en estos momentos, como debió ser hace muchos años, que desaprendamos ese desastroso antivalor social y político partidista de politizar todo. Necesitamos volver a tener una sociedad más mancomunada, que aprecie el bien común por encima de individualidades y que desarraigue sus resentimientos, odios y rencores, si eso es lo que se anida en nuestros corazones, para que podamos recobrar la confianza social, para que reparemos el tejido social con hilos de credibilidad, solidaridad y confianza entre nosotros mismos, y en especial en nuestros líderes; eso sí, en los verdaderos, en los que estén dispuestos a obrar con transparencia, sin agendas ocultas y sin comportamientos ‘de ajedrecistas o tahúres de la política’ para ganarle a todo mundo con triquiñuelas y mentiras con su apariencia ‘de niño bueno o de lobo con piel de corderito’.
Guajiros, se avecinan tiempos difíciles, etapas inciertas de nuestro devenir social y económico que requieren de nosotros la grandeza que tuvieron nuestros ancestros y población prehispánica, nativa; de sus valores como la sinceridad, el valor de la palabra y la importancia y garantía que da la unión como pueblo, como familias, como vecinos, como amigos a pesar de las diferencias conceptuales, pero la grandeza de nuestros espíritus debe sobreponerse a odios infundados.
Bienvenidas las ideas e iniciativas que vengan a darnos luces, a darnos acciones proactivas y a fortalecer el pensamiento, el conocimiento y las ejecuciones que nos aseguren futuro cierto, bien construido, sostenible y humanizado, pero sobre todo para unirnos como pueblo, eslabonados por la confianza y credibilidad entre sí y en especial en sus líderes honestos.
Lamentable ese ambiente de polarización, crispación y canibalismo político partidista que se ha recrudecido y desgraciadamente las generaciones de los años 70´s al año 2010 no hemos sido grandes para que, en un pueblo como La Guajira, donde en cada kilómetro de su territorio la familiaridad había sido muy grande, pero hoy la enemistad por situaciones políticas es mayor y supera nuestras emociones positivas. El encono y la rabia en el corazón rebasa nuestra muy anhelada paz social que nuestros mayores no tan lejanos vivían y disfrutaban con sus vecinos y familiares; se gozaban los procesos electorales a pesar de sus diferencias políticas y pocas diferencias ideológicas, y además, no se odiaban ni se deseaban el mal los unos a los otros y no actuaban con tanta perversidad y alevosía, ni con retaliaciones vengativas.
Qué mal legado se deja para los jóvenes que les gusta la práctica democrática electoral. Y qué tristeza que se dejen de proponer tantas buenas ideas e iniciativas en estos momentos solo por no ser blanco de ataques, falsedades y desvirtuación del verdadero sentido de muchas de esas propuestas.
¡Reflexionemos ombee, reflexionemos! ¡Eso nos diría ‘Poncho’ Zuleta!