La esperanza regresó a la comunidad Iospa, asentada en el corregimiento de Aramesain, de Manaure, en el kilómetro 21 de la vía Riohacha-Maicao.
Gracias a instructores y aprendices del Sena de la Regional Guajira, por lo menos 20 familias, entre las que figuran cerca de 50 niñas y niños, y comunidades cercanas ya cuentan con su propia fuente de agua.
Las aspas de un molino de viento, que por décadas permaneció inservible -al igual que otros 500 que se construyeron en los años 50- giran como símbolo de vida y con el efecto que tanto se esperaba: obtener el líquido que en otras regiones del país se consigue simplemente con abrir una llave.
Con este molino ya son 16 los que se han restaurado este año en Riohacha, Manaure y Maicao, y la labor continúa sin reposo. Más de 11.500 indígenas, incluidos 1.304 niñas y niños, distribuidos en 1.239 hogares, se han beneficiado. La meta es poner en funcionamiento 100 en el 2025, abarcando más municipios guajiros.
“Esta estrategia nace de la petición del presidente, Gustavo Petro, de restaurar los molinos. Más de 100 aprendices se han involucrado en este proceso, al igual que formadoras y formadores. Esa es la labor que está haciendo el Sena, esa es la formación que se debe hacer en el campo. La investigación debe ir de la mano de las comunidades; son ellas las que tienen la sabiduría y la posibilidad de guiarnos para solucionar problemas entre todos», expresó el director general del Sena, Jorge Eduardo Londoño Ulloa.
Estas aerobombas tienen un impacto directo en la calidad de vida, gracias al acceso sostenible al agua para usos esenciales como higiene, agricultura y ganadería.
A la fecha se han reparado 16 molinos de viento. La meta para 2025 es de cien.
Amor por La Guajira
El apoyo del Sena consiste en el diseño y fabricación de piezas mecánicas -para rescatar los molinos- en los talleres del Centro Industrial y de Energías Alternativas, Regional Guajira, con participación activa de aprendices del programa Tecnólogo en Diseño de Elementos Mecánicos con Máquinas Herramientas CNC.
A lo anterior se suman los aprendices de la formación complementaria en Mantenimiento Correctivo de Molinos de Viento para fortalecer capacidades locales que garanticen la sostenibilidad del acceso al agua. Justamente, este es un aspecto clave: brindar capacitación a los indígenas wayuú de las comunidades beneficiadas, para incentivar y reforzar sus habilidades técnicas y permitir que ellos mismos puedan a futuro hacer el mantenimiento de las aerobombas.
Este enfoque no solo previene el deterioro y la pérdida de funcionalidad de los equipos, sino que también asegura su operación continua, extendiendo significativamente su vida útil.
Más de 11.500 indígenas se han beneficiado hasta el momento con la reparación de los molinos.
“Estamos beneficiando a varias comunidades, especialmente a los niños, y eso es una gran satisfacción para el Sena. Les enseñamos (a los indígenas) a mantener el molino y estamos trabajando en esta labor desde 2005″, indicó Abdalá Sefair, investigador Sena.
Subrayó que la gratitud de las comunidades es una clara manifestación del impacto positivo que ha tenido este proyecto en la vida de las personas, más allá de los resultados inmediatos, y refleja el valor de trabajar de la mano con el Sena para mejorar sus condiciones de vida.
El Sena trabaja de la mano de las comunidades indígenas en La Guajira
“La vida aquí era muy difícil, ya que los niños y los adultos presentaban diarrea. Ha sido una alegría, todos están contentos ahora con el molino arreglado, gracias a la gestión del Sena», expresó Ligia Martínez, autoridad tradicional del resguardo Iospa.