El Mundial Femenino Sub-20, que se llevó a cabo en Colombia, dejó un balance muy positivo en términos económicos, turísticos y deportivos. Durante 23 días de competencia, el país se consolidó como un anfitrión destacado, logrando captar la atención de la FIFA y del público internacional.
Con un promedio de 34.000 asistentes a los partidos de la Selección Colombia y más de 300.000 espectadores en los 52 encuentros del torneo, el evento batió récords de asistencia, destacando los partidos en el Atanasio Girardot y el Pascual Guerrero, donde se superaron los 37.000 asistentes.
Además del éxito deportivo, el impacto económico fue significativo. En ciudades como Medellín, Bogotá y Cali, los sectores hotelero, turístico y gastronómico experimentaron un crecimiento notable. Según cifras de Fenalco y Cotelco, la reactivación económica fue visible, generando alrededor de 9.000 empleos temporales en áreas como la atención en escenarios deportivos, hoteles y restaurantes.
En sectores como El Poblado y Laureles, en Medellín, las ventas aumentaron entre un 35% y 50% durante los días de los partidos. Este dinamismo también se reflejó en un incremento del 3% en el uso del transporte público, según la Asociación de Transportadores de Pasajeros (Atpa).
Gianni Infantino, presidente de la FIFA, destacó la organización y el ambiente cultural de las ciudades sedes, señalando que la experiencia en Colombia fue sobresaliente. Por su parte, el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Ramón Jesurun, expresó su satisfacción con los resultados del evento, subrayando el compromiso del país con el fútbol y la capacidad de recibir más eventos internacionales en el futuro.
Deportivamente, Colombia también brilló al alcanzar un rendimiento del 86.7%, permaneciendo invicta y destacando a Linda Caicedo como una de las cinco mejores jugadoras del torneo.
Este éxito ha sido un impulso para que Colombia albergue otro evento internacional: el Sudamericano Femenino Sub-17 en 2025.