“Yo sé que en tu ventana tendrás que oír mi acordeón, con Hernando Marín y su guitarra bendita…”.
La guitarra bendita de ‘Nando’ Marín se silenció en la tierra para hacerse escuchar en el cielo y es ese el motivo de la sensación de renovado duelo que bajo una llovizna tenue, gris y silenciosa nos abrazó a todos en San Juan del Cesar, tierra fértil de los compositores guajiros, motivo por el cual ha estado en mi mente el aparte que hemos transcrito de la canción ‘Sorayita’ de la autoría de Emiliano Zuleta Díaz que él con su hermano incluyeron en el LP ‘039’ que lanzaron el 26 de agosto de 1984.
Con la satisfacción que abruma el corazón por la sentida ausencia recibimos y atendimos la especial invitación de la Administración municipal de San Juan del Cesar que preside Enrique “Cubita” Urbina para asistir al ‘Gran Homenaje a Hernando Marín’ por cumplirse el 5 de septiembre reciente pasado veinticinco años de su partida a su encuentro con Dios.
Evidentemente fue una programación a la altura de la obra majestuosa del homenajeado, la asistencia nutrida, justificadas las manifestaciones de admiración para él, y destacada por la concurrencia de su vida y su obra como ejemplo para forjar con toda esperanza las próximas generaciones, La presencia de su familia y de sus colegas fue evidente y significativa estos últimos encabezados por Sergio Moya Molina el sobreviviente de ‘El Trío de oro’ porque ya ‘Nando’ y Máximo se le adelantaron.
La eucaristía por su eterno descanso y los actos posteriores en el Museo de Los Compositores y en la Casa de La Cultura no se realizaron por las efemérides de su muerte sino por los veinticinco calendarios desde que inició de la mano con ‘El ángel del camino’ su inmortalidad porque los poetas que con sus letras, rima y melodías en su tránsito entre nosotros cantaron para alegrar los corazones de sus semejantes y para reivindicar sus derechos, solo mueren cuando dejemos de cantar sus canciones y eso es definitivamente imposible.
Su huella indeleble quedó plasmada en decenas de álbumes discográficos de aquel tiempo no tan pretérito cuando la letra de las canciones era más importante que el ritmo y cualquier grisapiador no se hacía llamar compositor.
Tuvo Marín el privilegio poco de propiciar que cuatro trabajos discográficos fueran titulados con el nombre de sus canciones como sucedió con ‘Los maestros’ y ‘El girasol’ respectivamente de Los Hermanos Zuleta grabados en los años 1976 el primero y 1995 el segundo, Jorge Oñate y ‘Colacho’ Mendoza también en 1976 titularon su segunda producción igualmente con una de sus canciones ‘Campesino parrandero’, Emilio Oviedo y ‘Beto’ Zabaleta su segundo disco de Larga Duración como los ya mencionados también le colocaron el título a su segunda de tres producciones, de una canción de Hernando Marín Lacouture, ‘La ley del embudo’, en 1977 convertida en la clandestinidad como himno de algún grupo armado que luchaba al margen de la ley en contra del Establecimiento; Diomedes tampoco estuvo al margen del tema porque en 1990 en su segunda producción después de su reencuentro con ‘Juancho’ titularon su disco ‘Canta conmigo’ en la cual dejó extendida toda su sensibilidad social y su clamor por la paz y la convivencia ciudadana.
‘Nando’ fue delicado al escribir sobre el amor, el desamor, la bohemia, respetuoso de los derechos de la mujer, pero contestatario y mordaz para colocar rima y melodía a su rebeldía ante las injusticias que ponen en evidencia lo más bajo de la condición humana, por eso con Armando Zabaleta y Romualdo Brito tuvieron y siguen teniendo el mérito de ser los referentes y voceros de las protestas sociales y de la gente vulnerable de la región y del país que teniendo derecho a tanto no reciben nada de la institucionalidad, quien lo dude solo debe hacer un análisis retrospectivo de su catálogo y se encontrarán con canciones como ‘La dama guajira’, ‘Los maestros’, ‘La ley del embudo’, y ‘Castigo de Dios’, esta última grabada por Emilio Oviedo y Freddy Peralta en el año 1979.
Este hombre transparente como el agua que se hacía escuchar y se hizo respetar antes de partir. Con su canción ‘Canta conmigo’ hizo saber a la humanidad su anhelo de ver juntas a una mujer blanca con una negra, que a nadie se le discriminara por el color, que el mundo fuera más pequeño para hacer posible estar cerquita del cielo para jugar con el sol, “juntar el cielo y la tierra, llanuras y cordilleras y unir las aguas de Dios”.
Todavía hay más porque también ocupó un lugar especial en su obra, su reflexión sobre la igualdad ante la sociedad y la ley de las mujeres que vivían con sus maridos sin haberse encarapitado vestidas de blanco ante el altar para recibir la bendición previa a romper el celibato, él asumió la defensa de la unión libre con su canción ‘Pecadora’, injustamente descalificada en el concurso de canciones inéditas en el Festival vallenato en el año 1983 pero que en el mismo año Silvio Brito y Ciro Meza la grabaron con mucha fortuna y se convirtió en recurrente en la radio nacional.
Así mismo merece recordarse que algunas canciones de su autoría se constituyeron en himnos no oficiales de las fiestas populares como ‘Villanueva mía’ que Silvio y ‘El Pangue’ le grabaron en el año 1987 y la incluyeron en ‘Fiesta Vallenata Volumen 11’ y ‘Sanjuanerita’ triunfadora en el concurso de canción inédita que fue grabada por Jorge Oñate con ‘Juancho’ Rois en el LP ‘Ruiseñor de mi valle’ en 1981 y posteriormente por El Binomio de Oro, todas versiones afortunadas.
Sigo pensando que la canción más sublime, la más sentida y premonitoria de todas es ‘Mis muchachitas’ que grabaron Los Hermanos Zuleta en 1993 y la incluyeron en el LP ‘Mañanitas de invierno’ en ella describe su dulce despertar acariciado por las sutiles manos de sus muchachitas y lamenta que “se pasa el tiempo quitándole a uno lo que más quiere” y expresó su ferviente deseo que la vida le permitiera verlas “Cuando sean mujeres” se refería a Shely Ana, Tatiana y sus hermanita Ana, pero unos eran los planes de él y otros los que le deparaba el destino.
Con la misma habilidad para hacer sus crónicas cantadas, dibujó de los talones a la mollera los usos y costumbres de los campesinos de su tierra en la canción ‘Campesino parrandero’ que Oñate y ‘Colacho’, como ya se dijo, dieron a conocer en 1976, y a propósito de campesinos, patronos y trabajadores, puso la tapa a la cajeta con ‘La bola de candela’, en la que desplegó toda su inventiva para referirse a un tema misterioso y espinoso que le permitió hacer rescate de la tradición oral del terruño con olor a azufre cantándole a un asunto comentado con sus inventos y fantasías en voz muy baja en nuestros pueblos.
¡Paz en la tumba del compositor que predicó!