La cultura es una serie de creaciones que se reflejan de variadas formas, cultivando valores, transformados en derechos, materiales e inmateriales, plasmada en modus viviente y conjuntos de creencias, tradiciones, costumbres, relaciones, lenguas, artes, música, danzas, ritos, folclor, política, literatura, filosofía, arquitectura, gastronomía, festividades, actuaciones, cine, religiones entre otras; de participación colectiva y personal, iniciada con prácticas de educación, que inicia con lectura, escritura, instrucciones, ilustraciones y formaciones eruditas; que lo caracteriza registrando historia humana.
La cultura es habitual y extensiva, sin edad excluida, desde la infancia a la adultez, abarcando múltiples formas participativas y recreativas, generadora de emoción, alegría y terapia de relajación. La cultura es base fundamental de consolidación, civilización y progresos selectivos. En ella expresamos, inspiramos, manifestamos y exaltamos; organización, personas, imágenes, tributos y cualidades, territoriales globales, por destacamentos y desarrollo. La cultura y los deportes son autosostenibles, pero se requiere cultivarlos, atenderlos y asistir el desarrollo de crecimiento, para que florezcan y fructifiquen.
El respeto, disciplina y moralidad, son factores que afianzan algunos temas culturales, para su conservación y prosperidad, sin descartar desórdenes y recochas sociales que hacen parte de nuestra cultura, brillando en activaciones que motivan y atraen observadores, para contagiarlo del ambiente atractivo y distractivo, enriquecedor de almas y pensamientos, saludable para superar monotonías, aburrimientos, tedios y depresiones. Mente sana, cuerpo sano. Aislarse de la participación cultural y deportiva, es desconectarse del entorno y ámbito social, que resulta diferente a las privaciones o exclusiones, por motivos de limitaciones físicas, normativas y específicas.
Los deportes y la recreación, se enlazan con la cultura, para ofrecer oportunidad participativa popular de sensación agradable, en formación competitiva, generadoras de productos calificados, que contribuyen de manera positiva, mediante estrategias y acciones rutinarias, que contemplen visiones de desarrollo social y económico al servicio indiscriminado, en cohesión social, garantizando seguridad y continuidad para mantener activo el dinamismo espiritual que diluyan y erradiquen factores y sentimientos negativos y tóxicos, originarios de problemas, revanchismo, rivalidad y crisis cotidianas, que atentan y vulneran la paz e inciden en la criminalidad.
Es deber de mandatarios o gobernantes, velar, promover, apoyar y financiar establecimientos y canchas para prácticas de actividades y eventos culturales y deportivos; en escuelas, colegios y organizaciones públicas y privadas. Aun cuándo en Colombia existen ministerios de Cultura y Deporte, con funciones independientes, por un lado carecen de fortalezas económicas presupuestales, al estilo cenicienta, y por el otro, están afectados por la contaminación de corrupción merodeadas por parlamentarios buscando partidas económicas de beneficios personales. Congresistas, igual a comejenes o termitas, desmoronan y destruyen las instituciones públicas con acciones y operaciones de corrupción.
De la Nación hacia abajo, en secretarías de Cultura y Deporte del orden departamental, Distrital y municipal, sigue el mismo desastre y deterioro de lo nacional, desapareciendo los pocos recursos económicos que se destinan en presupuestos anuales, pasmando y desmotivando vocaciones deportivas y culturales, frustrado jóvenes, con sueños e ilusiones, desaprovechando los valores efectivos que puedan lograrse, pero por carencia de patrocinio se atrofian y privan intenciones de estar representados con dignidad en competencias locales, regionales, nacional e internacionales. Si se destinara el 50% de los recursos económicos que les reparten a senadores y representantes a la Cámara, que conforman coalición de la mayorías, diferentes a salarios, honorarios y gastos de representación que reciben mensualmente; para lograr aprobación de leyes y reformas constitucionales, podrían estar mejor representados en referenciadas competencias, ubicándonos en posiciones valorables de medallería.
Las ligas deportivas tienen que mendigar para que los deportistas puedan salir a competir con escasa preparación por no tener apoyo de gobernantes, porque las instituciones solo tienen disponibilidad presupuestal para pagos de nóminas burocráticas, contratos y órdenes de servicios de ‘corbatas’ amparadas en el clientelismo politiquero.
De la participación histórica de Colombia en los Juegos Olímpicos, ha sumado únicamente 38 medallas, en 84 años. 5 de oro, 16 de plata y 17 de bronce; cuando debíamos haber superado más de un centenar, por lo menos. De la citada estadística se deducen las deficiencias y decadencias en el patrocinio deportivo.
Los eventos culturales y deportivos constituyen un gancho para explotar la recreación y el turismo, complementado con paisajes exóticos, paradisíacos, maravillosos y naturales, mar, río, selva, islas, valles, llanuras, cascadas y montañas; ecoturismo y etnoturismo, entre otros, en territorio geográfico de la nación, que originan utilidades como se refleja en competencias deportivas y presentaciones culturales a nivel nacional e internacional, donde han invertido e invierten, con fe y esperanza, logrando una futura rentabilidad.
Alcaldes y gobernadores deben hacer valer la autonomía territorial que ostentan para amparar la cultura y los deportes, sin abstenerse a la espera de citados ministerios, porque estos en el nuevo presupuesto nacional, vigencia 2025, son víctimas de recortes por ajustes.