Unas 80 mil hectáreas de tierra de 8 municipios de La Guajira quedaron amparadas por la resolución 0000161 de julio del 2024, que crea las Áreas de Protección para la Producción de Alimentos –Appa-, esto sumado a la declaración de zonas protegidas por Corpoguajira, los Resguardos Indígenas dejan al sur de la península fuera del
contexto de desarro- llo minero, e incluso de la producción de energías limpias.
El objeto de las Appa es loable. Podemos asegurar que necesario para un territorio con vocación agrícola y ganadera, en donde tradicional- mente sus campesi- nos han vividos de sus ‘pancoger’ o pequeñas plantaciones, de don- de obtienen lo necesa- rio para subsistir.
El problema es que La Guajira desde finales de los 60 con la llegada de la bonanza ‘marimbera’ y luego los 80, con la bonanza minera, desmejoró su producción agrícola – pecuaria, para vivir de las regalías que deja la extracción de carbón y gas.
En los considerandos de la resolución, no se profundiza cómo se van a respaldar a los pequeños productores de
Barrancas, Fonseca, Distracción, El Molino, Villanueva, Urumita y La Jagua del Pilar, para tecnificar la tierra y garantizar el agua para desarrollar los cultivos.
Desde hace muchos años se viene soñando con revivir los intercambios comerciales con las islas del Caribe, el gran
potencial que tiene la capacidad de adquirir toda la producción agrícola y pecuaria de este departamento.
Son muchos los encuentros que se han realizado con Aruba y Curazao, el problema es que, lamentablemente, La Guajira no tiene nada que vender. No tenemos producción a gran escala para exportar, esa es la triste realidad.
Las Appa además de las tierras que están prometiendo, debe tener programas reales y concretos, para que los pequeños productores se conviertan en granjeros con apoyo técnico y económico que le hagan sostenible sus emprendimientos.
Sacar del paseo a la minería amigable con el medio ambiente, es una apuesta peligrosa, siempre y cuando no tengamos las garantías de convertir las 80 mil hectáreas de tierra, en áreas realmente productivas, para poder generar mano de obra, que supla la desaparición del sector minero.
En el Presupuesto General de la Nación para el 2024, no encontramos ningún rubro que nos garantice la terminación de los distritos de riegos de Fonseca y San Juan del Cesar.
Es cierto, tenemos una represa que almacena en invierno hasta 198 millones de metros cúbicos de agua, con lo cual
se puede suministrar líquido para el uso humano, agrícola, piscícola, ganadero y otros menesteres sin tener afugias, pero faltan los sistemas de distribución.
Ojalá y la resolución no se convierta en letra muerta, que solo sirva para atrancar los proyectos mineros y las estaciones de energías fotovoltaicas que ya se vienen estructurando en varios municipios sureños.