Por Pedro Arteta Bonivento
Analista político
Muy a pesar de haberme ganado el rótulo de ser el máximo opositor en gran parte de su carrera legislativa en el Congreso de la República de Colombia, debo reconocer hechos notorios en la gestión de Alfredo Deluque, a quien bauticé como el ‘Ajedrecista’ por su fino y acertado manejo de las decisiones políticas en el departamento de La Guajira. Cosa que nadie pone en duda. No es justificar, es aceptar verdades, como ninguno, el estratega guajiro, entiende que su vida política, no está al lado de los sectores de izquierda, que al virar de ideología terminaría sin el pan y sin el vino, razón más que suficiente que le hace tomar la determinación de declararse en oposición al Gobierno del presidente Gustavo Petro y a bien que no le ha ido mal, pues, todo el entramado de corrupción con la tan sonada compra de carrotanques la denunció con vehemencia y con mucho argumento, al final, el Gobierno nacional le dio la razón.
Si algo se le puede reconocer al expresidente Iván Duque, es haber atendido a sus amigos, decisión política que hace parte del actuar del ‘Ajedrecista’, el hombre protege y posiciona a quienes estén con él, es amigo de sus amigos, esa es una verdad de a puño. Como un hecho no menos notorio, puedo dar fe, bajo la gravedad del juramento, que el honorable congresista de La Guajira, Alfredo Rafael Deluque Zuleta, en mis más de cinco años de oposición, jamás me intimidó, ni me amenazó, ni mucho menos me echó a su familia, tratando de convertir mi oposición en una guerra trivial, recordando épocas de la bonanza marimbera que tanto daño hizo a la sociedad Guajira. Le dio valor a su credencial.
Debo reconocer que Alfredo Deluque, nunca intermedió a ningún amigo ni contratista que pensaran siquiera en acabar con mi vida, ni mucho menos injurió la memoria de mis difuntos seres queridos, ni me trató de delincuente. No fue criado en medio de la mafia.
Que pudo hacer más, es verdad; que pudo y no quiso, toca demostrarlo; pero que es sagaz y se relaciona bien, es otra verdad; que no podemos echar en saco roto, la idea sería hacerlo reflexionar y que su destreza sea más utilizada en beneficio de esta, su sufrida tierra. Eso lo vamos a charlar.
Habrá mucho que censurar de Alfredo, pero al final, los guajiros nacidos o por adopción reflexionan y deciden más por lo conocido que por mil buenos por conocer, parece ser una máxima en nuestra tierra y nuestras costumbres.
Quise por mis ideales, entrar al Pacto Histórico y al Frente Amplio y sí que lo logré, pero tuve más desengaños que alegrías.
Apoyé y sigo apoyando el Gobierno del presidente Gustavo Petro, muy a pesar solo he recibido improperios de sus seguidores en el departamento de La Guajira.
No me he comido ni un confite de ese Gobierno, muy a pesar sigo defendiendo su imagen desde mis redes sociales como ninguno, como gato boca arriba. Las pruebas están en mis redes sociales.
Mi periplo en sectores de izquierda nunca ha sido bien vista, me compiten, me rechazan, no me dejan obrar y terminan indisponiendo mis acciones con los representantes del Gobierno nacional, caso preciso, con la senadora, Martha Peralta. Ejemplos, muchos.
Con un grupo de amigos, subsidiado por el amigo Wilder Ríos Rojas, en plena campaña presidencial, nos expusimos en carretera y fuimos hasta la represa el cercado para hacer videos y pedir al candidato Gustavo Petro, agua para La Guajira, mi liderazgo era visible, pero lejos no estaba el ataque de aquellos que nunca me han querido. Falsos profetas.
Se atrevieron a esgrimir a voz de cuello en una reunión acaecida en las instalaciones del Sintra Cerrejón que las redes sociales no servían para ayudar la campaña de Gustavo Petro, la idea era aminorar mi actividad política y en bien que lo lograron, no fui más a esas reuniones. No era mi escenario.
Al paso de los días en plena campaña presidencial, la senadora Martha Peralta, mal interpretando un trino de mi parte, se me fue en contra y me injurió en un grupo WhatsApp, con el apoyo de algunos facinerosos, que veían la oportunidad de sacarme del grupo y de verdad que lo lograron. Terminé en contra de mis ideales, votando en segunda vuelta con el ‘viejito’.
Arrancamos una campaña a la Alcaldía con Ronald Gómez, donde también fuimos vituperados y perseguidos por la senadora del Pacto Histórico, al final hasta denunciado estuvo Ronald Gómez ante el Consejo Nacional Electoral por el presunto delito de doble militancia, la idea era limpiar el camino de su candidato ‘’Beto’ Ibarra.
La senadora juega duro
Hoy los guajiros, necesitamos más un senador de peso, que haga en parte lo que hace Alfredo Deluque en oposición, que denuncie y proyecte soluciones para los guajiros, como la nunca construida represa del río Ranchería, que se convirtió en un tema de nunca tocar de nuestros congresistas.
Cuando le hice oposición a Alfredo, habiendo sido impulsador de su primera aspiración, no fue bajo un odio o ambición de aminorarlo, estoy por encima del mal y del bien, sobre todo a mi edad, lo hice siempre para avizorar verdades a la sociedad guajira, sobre su gestión y que fuera este, el pueblo, quien lo juzgara y no yo. Como es lo político.
Al final el pueblo decidió juzgar a Alfredo, absolviéndolo de mi oposición, refrendando y reconociéndole su liderazgo, votándole sus últimas credenciales a Cámara, sus gobernadores y alcaldes, como premio mayor, su Senado, avalándolo cómo el máximo líder político de La Guajira y triunfador, cuatro en línea, el pueblo lo juzgó y él ganó, casualmente bajo su sagacidad política, me puso a un primo de candidato ‘Jairito, hijo de mi gran amigo, pariente y tutor Jairo Aguilar Ocando, a quien admiro y aprecio como un padre, llamándome al diálogo y la conciliación, no solo a mí, sino también, a otros detractores políticos de gran altura y peso, que le respiraban en la nuca. Otra jugada del ‘Ajedrecista’ que inteligentemente, como parte de su accionar político, me indujo a tomar una posición de tregua y alianza política, temporal y coyuntural, ya que en la otra orilla, la más contraria a Alfredo, me fue imposible concertar. Son recalcitrantes.
Desde ese punto de vista, con conocimiento de causa, pensando en un querer de un posible dúo a presidencia de la República, me quedaría a motus propio con lo conocido y no con lo que mal comenzó.
Amanecerá y veremos.