El día 6 de marzo fue una fecha triste para la familia Lacouture Amaya: Zunilda su esposa y sus hijos Jorge Alfredo, Gerardo y Miguel Ángel, por el fallecimiento del reconocido empresario del campo Jorge Beltrán Lacouture Orozco en una clínica en la ciudad de Montería, a los 94 años de edad; esposo y padre ejemplar.
El cúmulo de tantos bellos tiempos que les genera sentimientos encontrados con las nostalgias de lo que representó y de la herencia que les deja como esposo, padre y abuelo: su rectitud moral, sus buenos consejos y su amistad perenne, hoy, goza del descanso eterno en el reino celestial. A don Jorge, siempre lo recordaremos por toda su historia en Villanueva y en La Jagua de Ibirico; sus predios ganaderos Wachiruma y Costa Rica, dan fe de todo lo exitoso que fue como ganadero y agricultor.
Nunca es tarde para morir en marzo, cuando se muere bien y cuando bien se vive. Jorge Lacouture vivió una vida plena y con una lucidez mental que asombraba, hasta los últimos días de su vida. Tuvo todas las condiciones de los hombres de bien de este pueblo hermoso a quien quiso tanto, luego, viviendo en Valledupar, trascendió ese amor y más tarde en Montería, lugar de residencia de su hijo Jorge Alfredo, llegó con el mismo amor por la tierra que lo acogió hasta el día de su partida terrenal.
Cumplió su ciclo con ine-fable grandeza; heredó un pasado, construyó un presente y nos legó un futuro. Inspiró su vida en su ancestral herencia, de donde se sentía orgulloso de sus padres, viejos patriarcas, adustos, generosos, laboriosos, de allá de San Juan del Cesar, su tierra natal, pero villanuevero en toda la extensión de la palabra y de las buenas acciones que ejerció en vida; llegó como visitador médico a Villanueva y cuando conoció a Zunilda Amaya Ovalle, se enamoró perdidamente de ella por su belleza y tantos otros atributos que le eclipsaron su corazón; se casaron y la felicidad de ellos perduró hasta el día de su muerte.
Con su cuñado, hoy ausente también Rafael Antonio Amaya Ovalle, conformaron una sociedad Amalac, que bajo el liderazgo de don Jorge, fue exitosa, adquiriendo un predio ganadero en La Jagua de Ibirico, en el departamento del Cesar, sociedad que fue exitosa como empresarios del campo.
Don Jorge, un empresario organizado con disciplina y rectitud moral en todo el sentido de la palabra. Son tantos testimonios de su vida fructífera en el campo ganadero, que dan fe de lo que representó en vida laboriosa y llena de tantas cosas buenas.
Jorge Beltrán Lacouture Orozco edificó una vida de bien, le sirvió a Villanueva, le sirvió a su familia, le sirvió a sus amistades, le sirvió a Dios. Era un hombre de un carácter y de una personalidad bien definida; fue un inigualable esposo; ella, doña Zunilda, qué amor se tuvieron y en los últimos días, en su lecho de enfermo, ante tanto amor que le prodigaron sus hijos, ella le expresaba con ese cariño “Tan, te quiero mucho”. Qué hermoso. Hoy deja un legado de rectitud, moralidad y transparencia en 94 años, que Dios se los prestó para que lo disfrutaran en todo su recorrido terrenal.
Jorge Lacouture Orozco fue un gran ser humano, un gran productor del campo en Villanueva y en la Jagua de Ibirico, como ganadero lo hizo con lujo de competencia, con transparencia y rectitud en todas sus actuaciones.
Su mayor orgullo fue su esposa, Zunilda Amaya Ovalle y sus tres hijos: Jorge Alfredo, Gerardo y Miguel Ángel Lacouture Amaya, quienes han sido exitosos como su padre; Jorge Alfredo, quien continuó el legado de su padre, como empresario del campo en el predio ganadero y maderero ‘Costa Rica’, ubicado en el municipio de La Jagua de Ibirico y donde su papá se convirtió en su consejero, en su escudero, en su confidente, en ese amigo especial que surge del cariño y del amor entre padre e hijo, qué hermoso y siempre lo pone de ejemplo como su héroe . ‘Coco’, como es conocido cariñosamente en Villanueva entre sus primos y sus amigos, se sentía orgulloso de su padre, siempre lo ha expresado en público y en privado que su padre es su mejor ejemplo, es su ídolo y es su todo.
Y lo demostró en vida, en los últimos momentos, cuando ya el viejo se iba y cuando en una clínica en Montería, de manera tranquila, se estaba despidiendo de su amada esposa y de sus tres hijos, sintiendo ellos que a su ser querido se le terminaba su ciclo terrenal y lo esperaba nuestro Señor con júbilo y alegría por su paso acá en la tierra y de hoy en adelante se convierte en un ángel celestial para ellos. Qué hermoso lo de esta familia, que con estoicismo y resignación le daban el último adiós a su esposo, padre y abuelo; murió en la gracia de Dios y con las expresiones de amor de su esposa y de sus hijos expiró de manera lenta, pero feliz atravesó el muro de lo terrenal a lo espiritual.
Qué gran legado le deja don Jorge a su esposa, hijos y nietos. Un legado de exitoso empresario del campo, un legado de esposo ejemplar y de padre sublimar en todos los sentidos. Para el suscrito, son tantos buenos recuerdos de su rectitud moral, de su honestidad y de sus buenos consejos.
Gracias, don Jorge, por tantas cosas buenas, gracias por sus oportunos consejos, gracias por su amistad y por el legado que les deja a su esposa e hijos y nietos; al gremio productivo del campo, a todos sus sobrinos y amigos; ahora es tiempo de descansar en paz, porque nunca es tarde para morir en marzo en el mes de la primavera, cuando se muere bien. Qué ejemplo tan bello nos dio con sus procederes y con tus actuares. Descansa en paz, Jorge Beltrán Lacouture Orozco.