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Por estos días una entrevista al cantante vallenato José Vicente Rosado Murgas, popularmente conocido como ‘El Mono’ Zabaleta ha puesto en la palestra un tema que venía haciendo carrera y que ya se había convertido en un secreto a voces en los corrillos faranduleros.
Lo que dijo ‘El Mono’ fue que le había devuelto a Omar Geles una canción porque le estaba pidiendo por adelantado 70 millones de pesos y le pareció muy cara.
Hace rato se viene hablando del valor que les asignan a sus canciones algunos compositores vallenatos y también de la exigencia de un pago por adelantado que estos exigen a los intérpretes que requieren de sus obras y ello ha sido objeto de polémica y de diversas lecturas e interpretaciones.
Hay quienes se atreven a asegurar que no es justo que a las canciones se les ponga un precio previo a ser grabadas, sin saber si estas van a recibir el beneplácito del público, o dicho de otra manera sin tener garantizado el éxito. Otros consideran que a diferencia de otros bienes y servicios que circulan en el mercado, este intangible adquiere su verdadero valor cuando por alguna razón la sociedad la desea escuchar y logra penetrar en el gusto de la fanaticada.
También existe otra corriente que piensa que el valor de las cosas depende de nuestro interés en tenerlas, además de nuestra capacidad adquisitiva; así, lo que para Juan suele ser caro, para José puede ser barato, a esto agreguémosle un ingrediente fundamental, el valor de un nombre o una marca. Así como un intérprete se convierte en una marca y por eso cobra millones, tanto que a quien lo contratan ya no le preocupa si el cantante el día de la presentación está disfónico o va vestido de una u otra manera. Sino que el solo nombre ya le da garantía de que el evento será exitoso.
Los artistas vallenatos cobran el valor de sus presentaciones por adelantado y casi siempre lo hacen con un cincuenta por ciento a la firma del contrato y el otro cincuenta antes de subir a la tarima.
Cuál sería entonces la razón para que un compositor como Omar Antonio Geles Suárez, quien se ha esforzado toda una vida para llegar al lugar privilegiado de ser reconocido como uno de las más grandes e importantes artistas del país, no pueda ponerle precio a sus obras y tenga que esperar si estas son exitosas o no para recibir luego unas mal llamadas regalías, mientras tantos intérpretes han usufructuado su ingenio y gracias a él y a muchos otros autores han llegado a conquistar mercados inimaginables.
El que desea ponerse ropa de marca debe tener claro la relación costo-beneficio y asumir con una mínima dignidad su fantochería.
Cómo me hubiera gustado que Leandro Diaz, Calixto Ochoa, Emiliano Zuleta Baquero, por solo mencionar tres, hubiesen recibido el precio justo por sus obras, no las migajas que las editoras y disqueras les entregaron en su momento. Gustavo Gutiérrez, Santander Duran, Sergio Moya, Mateo Torres, por solo mencionar algunos, deberían vivir como millonarios, se lo ganaron hace rato.
Colofón: La oposición del Gobierno nacional se encuentra iracunda porque el presidente Gustavo Petro decidió, un poco tarde, ejecutar sus políticas públicas con personas de su entorno y no con quienes querían el cambio para que todo siguiera igual. Ahora se reclama que los altos dignatarios del país deben tener doctorados y posdoctorados. Nuestro Cacique dijo: “…De nada sirve el doctor si es el ejemplo malo del pueblo”.