Teniendo el engaño como vulgar estrategia política, el conocido sociólogo estadunidense, Robert Trivers, lo interpreta como la forma que permite obtener ventajas desmedidas y, en competencias desleales, sobre todo electorales.
También se refiere a las informaciones manipuladas y presentadas al público en empaques coloridos, procesadas con terminología subliminal que entran al cerebro como virus mentales, semejantes a los biológicos, psicológicos o tecnológicos. Son procesos con imágenes, juegos de palabras técnicas, donde los mismos ciudadanos no entienden, pero que aceptan convivir bajo la influencia de esas mentiras.
Es claro que todos podemos y sabemos decir mentiras. Además, es una cualidad que identifica a los embaucadores, marrulleros y corruptos; son los que viven de intereses políticos y económicos: “Mucho más que guerra sucia, hay un manejo asqueroso de la prensa, son una vergüenza para el periodismo”, afirma Juan Gossain. El exsenador Carlos Gaviria (q.e.p.d.) expresaba: “la prensa sigue repitiendo injurias y calumnias… la persona no puede defenderse…y no hay derecho a presentar opiniones como informaciones”. Esta es la realidad, son personas inescrupulosas, maliciosamente emiten sus opiniones como noticias, para conseguir sus objetivos.
Son irresponsables, recordando una columna que escribí tiempo atrás. Pero sorprende y es difícil entender, el conformismo y la insensatez con que, parte de la sociedad, acepta y contempla esas situaciones y, para colmo de males, darlas como ciertas. Cuando los pueblos miran el mundo con la óptica del miedo, la preocupación los embarga y acaban con su tranquilidad: sometiéndose a las prácticas informativas desleales y vergonzosas y admitiéndolas como verdades irrefutables; es cuando menos se reflexiona. Sin duda alguna, seguiremos cargando el sufrimiento de una cruz que no merecemos.
Conviene destacar que, de lo dicho anteriormente, los políticos oportunistas han advertido esta situación, donde la compra y venta de “voluntades políticas” son la habilidad de las campañas electorales; están a la orden del día. Esta práctica está generalizada y algunos ignoramos de qué se trata. Rousseau, dio luces al concepto de “voluntades políticas” emitiendo su opinión: “es la suma de intereses que tiene un pueblo en común; La voluntad general”. Dejando claro que, cuando se compra esa voluntad política, practicada hace muchos años en Colombia, se está comprando la voluntad general del pueblo.
¿Cómo lo hacen? Muy fácil. Los políticos, hoy en día, se preocupan más en la contratación de plataformas informáticas, vendiéndole a la gente su oratoria, su dominio mediático y sus propuestas, para convencerlos que voten por ellos; somos los electores y, en un estado social de derecho, conformamos el constituyente primario, pero al final quedamos relegados y no seríamos los mandantes, seríamos considerados como una especie de cliente más, a quien se le mantiene contento con los anuncios que emanan de las plataformas publicitarias, indispensables para embaucar a los pueblos.
La compra de votos ha sido uno de los delitos políticos más graves que con frecuencia incurren candidatos, movimientos y partidos políticos. Es un daño social, desarrollado en las esferas políticas, siguiendo los artilugios naturales con funcionamiento del sistema. Tiene el matiz de los vicios del engaño. Millones de pesos entran en juego. Al respecto, el politólogo mexicano, Jorge Castañeda Gutman, dice que “para ser electo se necesita mucho dinero que es el grillete para alcanzar el triunfo”. Manifestando adelante, y esto es para los que elegimos, “los intereses de los electores y los principios ideológicos, dejan de tener importancia.
Volviendo a las plataformas publicitarias, simplemente tergiversan, desinforman y promocionan a quienes las contratan. Cumplen a cabalidad su papel, desinformando y manteniendo confundido a los electores: moldean la opinión del elector, quien, con su insensatez y confusión cree las mentiras verdaderas. Tengo una pregunta respetuosa ¿Qué esperaremos del partido que “invierte” su dinero, engañando a la población, desde la campaña? Nada. Pero si nos proponemos lo conseguimos. Creando hábitos de lectura, estudiando, investigando y analizando, porque no podemos ayudar nuestros pueblos con el conocimiento mentiroso de los medios masivos de desinformación.