Oh Maicao, mi pampa querida, centinela insomne frontera, los wayuú formaron tu nombre con la espiga imperial del maíz. Bullicioso y pujante terruño del ensueño de mi edad primera, el vibrante ritual de tambores, venturosos te anuncian llegar”.
Poderosas razones afectivas me impiden iniciar nuestra crónica con la letra de una canción vallenata, lo haremos con la primera estrofa del Himno Institucional de Maicao, pueblo que con su gente son claros a mis afectos, su música y letra de la autoría del profesor Ramiro Choles Andrade, presidente de la Academia de Historia Municipal, he recordado su letra maravillosa a propósito de los acontecimientos a los cuales me referiré en esta crónica.
Embriagado por los recuerdos dejo plasmadas en estas líneas las huellas indelebles que quedaron en mi mente de la celebración más grande que se recuerde por un aniversario de la fundación de la población de Maicao, fue el 29 de junio de 1993 cuando con motivos de los actos conmemorativos de un nuevo aniversario de su fundación por el Coronel Rodolfo Morales y Tomás Curvelo Iguarán, sus habitantes de todos los estratos, estirpe y condición, se volcaron a las calles para presenciar el desfile solemne de los colegios y las escuelas, de los grupos folclóricos de los barrios y el cierre a manera de cereza sobre el postre de la banda show Rafael Urdaneta que vino desde Venezuela por ese motivo especial.
Aquel día fue de fiesta colectiva, popular y de fantasía, todos éramos iguales, servidores públicos, autoridades civiles, militares y eclesiásticas, los periodistas, las representaciones indígenas, la Colonia Libanesa, los vendedores ambulantes, concejales, comerciantes organizados, las Damas Rosadas, los grupos folclóricos locales y los que llegaron de los corregimientos juntos, disfrutamos a plenitud de los festejos, se inauguraron las obras de pavimentación en concreto rígido de las calles de la ciudad, entre ellos en las avenidas Galán y Donit Vergara, la recuperación de varios parques, se reinstalaron los equipos en el aeropuerto y se reinauguró el estadio de fútbol Hernando René Urrea Acosta.
Aquel día maravilloso, Amylkar, mi hermano, hizo entrega al alcalde municipal Jorge Magdaniel de los actos administrativos por los cuales, por su gestión parlamentaria se aprobó la creación de la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos en Maicao que hasta entonces dependía de Riohacha, y de la certificación expedida por la Superintendencia de Notariado y Registro que se tenían reservados los recursos para la construcción de esas oficinas.
Igual le hizo entrega de la aprobación por parte de la directora nacional del Icbf de la construcción de la sede de esa institución en el barrio Loma Fresca, pues esa entidad operaba hasta entonces en una casa arrendada en el barrio Pastrana.
En el mismo acto le hizo conocer que a petición de ‘El Chévere”’ un líder comunal había conseguido con su amigo ‘Monche’ Dávila, gerente de Gases del Caribe, la aprobación del proyecto para instalar el gas domiciliario en los barrios Majupay y sus circunvecinos que todavía cocinaban con bombonas de gas propano, leña y carbón, y con el Dr. William Pimienta, la aprobación del proyecto de electrificación del alumbrado público del barrio Torre de La Majayura por petición de la familia Polanco.
De todo lo anterior fueron testigos entre otros los entonces concejales Aurelio Arregocés, José Villalba y Joaquín Valencia y el malogrado líder cívico Miguel Lora (q.e.p.d.). Esos cabildantes que acompañados de Rodrigo Amaya lograron la aprobación del Acuerdo por el cual se le concedieron las facultades al alcalde para ceder los predios al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y a la Superintendencia de Notariado y Registro.
Respectivamente, igual fue el día que hizo saber que había logrado conseguir los recursos para el único proyecto que finalmente no se pudo ejecutar la construcción de la variante para que las tractomulas no pasaran por la calle 16; a esa obra se opuso el propietario de unos predios cercanos a quien todos le tenían miedo; ya nadie lo recuerda porque la memoria es desagradecida, lástima grande que en las obras colocan una placa donde está el nombre de quien adjudica el contrato, pero no de quien gestiona los proyectos, por eso decía mi abuela que nadie sabe para quién trabaja y así se llamaba su casa “Nadie sabe”.
Ese día cívico se realizó la inauguración de la Casa de la Cultura Ramiro Choles Andrade, para el impulso y desarrollo de la cultura y las distintas expresiones artísticas en el pueblo del Abuelo de las Barbas de Maíz, me correspondió la honrosa responsabilidad de representar al señor alcalde con la presentación que hice de una obra del escritor Gabriel Ferrer con nutrida asistencia y gran alegría de la concurrencia con la organización del escritor Víctor Bravo Mendoza.
Fue un acto académico majestuoso, a la altura de la magna celebración de aquellos tiempos cuando en Maicao se podía bailar por las noches, y todos remábamos para el mismo lado, el bienestar común y no para satisfacción de ambiciones individuales.
Maicao era amado por sus hijos y por todos aquellos que sin haber nacido allá llegamos a hacer el bien, ojalá sus raizales hijos hagan un análisis retrospectivos que ha pasado desde entonces para que nada haya podido ser igual.
Está en mi mente el grato recuerdo del delicioso arroz de cerdo apastelado que mi gran amiga Martha Villarreal Barraza, preparó para atenderme, y el compartir que tuvimos con aquellos protagonistas de los medios que hacían opinión, y ejercían con responsabilidad su derecho constitucional de informar y de ser informados.
Como Roberto Enrique Pineda en su programa Línea de Quinientos en la Voz de la Pampa, por las tardes en la misma emisora el profesor Vergara, don Pedro Hurtado y Carlos Serrano Cotes, al medio día; Jarvis Cuesta Siosi, Ernesto Acosta, Charles Daung, Jorge Ochoa y Jaime Rengifo, en RCN; Armando Correa Saavedra y Eliécer Jiménez Julio, era gente escuchada, respetada y respetuosa que ponían a pensar a la opinión pública.
Esta cadena radial transmitía desde la calle 16 sobre las oficinas de Acodelco una inmobiliaria de propiedad de Armando Amarís Arteaga y las oficinas de abogados de don Moris Goldringer, un señor estudioso, místico y a veces enigmático que parecía pretencioso, pero era muy buen conversador, me gustaba escucharlo para aprender.
Cuánta emoción sentimos en el corazón al recordar aquel año maravilloso para ese pueblo trabajador, muchas veces maltratado, y al cual desde tiempos pretéritos se anuncia que “Se va a acabar” pero ahí sigue incólume porque Dios ha sido particularmente generoso con su suelo y con su gente; sucedieron tantas cosas buenas que hasta unos memorables carnavales se organizaron y en representación de la Alcaldía Municipal fue la Reina Linda Tromp Villarreal quien se desempeñaba como Jefa de Planeación Municipal, y se realizó un Torneo de Microfútbol nocturno en el Club del Comercio.
Como dijo Darío Echandía en Chaparral: ¡Eran los tiempos cuando también en Maicao se podía pescar por las noches…qué vaina!
El cronista con los periodistas de Maicao, los dirigentes comerciales y las autoridades militares, compartían y gestionaban.