Si con todo lo que tienes y con el alcohol no eres feliz bebiendo, y con todo lo que te hace falta por beber tampoco te será fácil alcohólicamente dejarlo.
¿Beber en la juventud es un placer, si no, qué suele ser, un peligro? Parece increíble que la información que diariamente se conoce sobre los riesgos y perjuicios que tiene el consumo rutinario de alcohol en la juventud, no sea suficiente para que se tomen medidas muy severas al respecto.
Tomar bebida alcohólicas, así sean unos pocos tragos rutinariamente, y varias veces a la semana, es dañino para la salud física, ética y mental; este hábito no sólo puede destruir las células cerebrales en forma irreparable, sino no que promueve enfermedades cardiacas, gastritis, daños al hígado, trastornos en el páncreas, desnutrición y, como si fuera poco, también puede producir cáncer en la boca, estómago, garganta, esófago o páncreas, para mencionar solo unas cuantas desventuras; la felicidad no se le prometió a la juventud como regalo, sino que es un milagro de Dios en familia dialogando sin drogadictos psicóticamente.
Uno de los peores males que conlleva el repetido consumo de alcohol es la inmensa posibilidad de alcoholizarse; estudios realizados por la Organización Panamericana de la salud en América Latina, encontraron que la enfermedad que cobra más víctimas entre los habitantes de nuestro continente es el alcoholismo, pero la mayoría de la juventud sólo viven el momento de sus euforias temporales con drogas, alcohol y placer; según médicos y una especialista psicológica.
Los efectos del trago en los jóvenes suelen ser aún más nefastos. Se ha visto que más de la mitad de los adolescentes que se suicidan lo hacen bajo los efectos del alcohol o de alguna droga ilícita; los accidentes de tráfico en los que el conductor ha estado tomando alcohol es la principal causa de muerte entre los jóvenes. Un 70% de las niñas que tienen relaciones sexuales promiscua antes de los 16 años lo hacen en estado de embriaguez, y una de cada ocho personas que toman trago en la juventud se alcoholizan y viven patologías adictas a su personalidad sociológicamente, según estudios científicos presuntamente.
En el caso de las mujeres el problema puede ser aún más serio, ya que ellas al parecerse alcoholizan más rápidamente que los hombres, porque el alcohol llega al cerebro según siquiatras y científicos sociales y a otros órganos del cuerpo en concentraciones un 30 % más altas que en los hombres, lo que nos hace más susceptibles a padecer esta terrible enfermedad en la familias y hogares psicosomáticos presuntamente enfermos o deprimidos psicosomáticamente.
Finalmente, gracias a que la inmadurez física y emocional de los jóvenes les impide moderar el consumo de alcohol, el trago es un peligro real que altera su capacidad de percepción y de reflexión, además de trastornar la conducta del bebedor. Esto significa que cuando permitimos que los hijos menores de 15 años, “se tomen unos tragos” estamos contribuyendo a que pongan sus vidas en peligro bebiendo placentera y delirantemente y drogados socialmente. Mediante estos humildes mensajes en familia beber placenteramente latera la neurona. Para ejemplificar:
Miremos el presente y el futuro, no hay tiempo para complacerse del pasado.