Desde el pasado miércoles, la ciudad y el país empezaron a escuchar las poderosas descargas, el potente voltaje de los metales, el golpe de los cueros que restalló primero en las plataformas digitales y luego oficialmente en la Fábrica de Cultura, cuando se inició el sagrado ritual musical que convocó a miles de residentes de la ciudad de Barranquilla a gozar de lo más granado de la música global.
Si hay algo que destacar de estos cinco días de música continua, de encuentros, de risas, de baile, de goce estético y arrobamiento colectivo, es el gigantesco nivel musical de las bandas, agrupaciones, ensambles y distintas propuestas que integraron la nómina de lujo que en la vigésimo sexta versión del Barranquijazz, deleitaron al público con su carisma y energía.
Más de 5000 personas acudieron al llamado de los tambores y las trompetas, como un cabildo abierto, esta vuelta concreta y definitiva a la presencialidad, permitió el encuentro de miles de almas que disfrutaron de las ya memorables galas nocturnas en donde los dos grandes titanes de la música, Chucho Valdés y Paquito D’ Rivera, celebraron un rencuentro inolvidable entre las tonadas dulces y alegres, de un clarinete, de un saxo y un piano que extrañaban fundirse en una sola melodía. El salón Jumbo del Country Club fue testigo de primera mano de un milagro musical, que exaltó, conmovió e hizo rabiar de entusiasmo al público, con piezas inolvidables que aludieron a Mozart y a la música popular del Caribe.
Buena Vista Social Club, ese concepto ya mitológico, esta vez comandado por el maestro Barbarito Torres, laudista responsable de llevar el instrumento a otro nivel y arrebatárselo al imaginario campesino y rural, fue el comandante de este club lleno de estrellas invitadas, como el Rey del Repentismo Cándido Fabré, que disparó versos improvisados a la velocidad de la luz, Valentín el Valiente que puso a bailar a los asistentes al Jumbo con su portentosa voz.
La gran Teté Cartula quien a sus 84 años es la energía misma encarnada, y dueña de un carisma arrasador que logró levantar de un golpe a más de 800 personas que la aplaudieron. Por último el cierre con broche de oro de este memorable presentación, se dio al ritmo de una de las canciones más queridas por el público barrranquillero, la ya inmortal, Cha chan, que nos trajo devuelta el recuerdo del Compay Segundo, solicitada y coreada a grito herido.
Desde la gala virtual que sirvió cono apertura de un telón de un teatro de emociones vivas, las bandas y los ensambles sobresalieron por su calidad y versatilidad interpretativa, música para todos los oídos, para todos los gustos, sensaciones y emociones de diferentes texturas. Los reflexivos conversatorios y las clases magistrales que permitieron el acercamiento con los artistas, a sus propuestas, a sus recorridos, a sus procesos históricos y creativos, la Universidad Reformada, la Universidad del Norte y el salón Jumbo fueron durante un breve momento de esta historia, el epicentro de un encuentro entre culturas y saberes.
La gran Gala de apertura en La Fábrica de la Cultura nos mostró dos caras completamente diferentes de un mismo larga duración. Un jazz muy versátil, correcto, apretado, por momentos dulce y explosivo, fue el que abrió la primera gala del festival con la propuesta norteamericana Tierney Sutton Band, un jazz rubio y satinado, que logró grandes picos emotivos entre el público.
El lado B de este álbum, fue una poderosa descarga de trompetas comandadas por el maestro Julito Padrón, acompañado de un equipo de ensueño, una cumbre de trompetas que restalló entre las paredes del auditorio “Luis Guillermo Henao”, con el más enérgico de los sabores de la música del gran Caribe. Meykel González y Basilio Márquez completaron ese trío de pitos arrasadores, con los que pusieron a gozar a los espectadores de la Gala Inaugural del Barranquijazz 2022.